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Logo de House of Apocalipstick

Nuestra venganza es ser felices


"Que se incendie el mundo con nuestras flamas"

Miembros


Sobre la Casa


Nuestra misión es Impulsar la práctica del vogue con una visión feminista, conscientes de la clase, el género y otras condiciones invisibilizadas para construir una ética del cuidado del otro/otra en el marco de la cultura del ballroom y la estética del vogue.

Nos rige la creatividad, la interdisciplina, la colaboración, la igualdad, el respeto de la otra persona y la búsqueda de la felicidad propia.

House of Apocalipstick no es un grupo de competencia coreográfica, buscamos impulsar una cultura donde confluyan grupos por afinidad creativa que construyan solidaridad alrededor de una estética y del placer de bailar. Voguear es hacer alegría del miedo y la rabia.

Nuestro logo representa al dios del caos y del baile. El mito narra que es un espíritu cuyo cuerpo es "una masa originaria, indiferenciada y caótica; que cambia de color; que sabe cantar y bailar".

En México House of Apocalipstick ha impulsado esta cultura produciendo música, realizando en español el chanting que acompaña la batalla y promoviendo la visibilidad de este estilo de baile urbano. Hemos realizado Balls competencias en forma con jueces, premios y presencia de las casas. También hemos realizado prácticas públicas, para demostrar esta cultura y para unir a las casas de CDMX, a las personas interesadas, además de a quienes desean tener un acercamiento a la cultura. Otras actividades incluyen mesas redondas sobre el tema, conferencias y talleres intensivos como en Monterrey y Guadalajara.





Principios


El primer precepto de House of Apocalipstick evidentemente es espíritu punk anarquista, anti-autoritario y lleno de la filosofía D.Y.I., pero también hace referencia a otro significado: Punk. slang: a young man used as a homosexual partner especially in a prison”. Este es el “sodomita carcelario pasivo”, vigilado, castigado y gozado, carne de presidio y placer de barraca. El vigilado y el castigado. En 70’s, mientras Nueva York tenía sus primeras balls organizadas por las Casas fundadoras, un grupo de jóvenes de Los Ángeles encontró su expresión comunal a través del estilo llamado punking. Viktor Manoel, el único original del estilo sobreviviente, relata que se referían a ellos como “los jotos joteando” o punks punking.

El estilo fue straight-washed (lavado hasta hacerse buga) cuando comenzó a popularizarse y se le nombró whacking, que sólo es uno de los 8 elementos del punking que Viktor Manoel Identifica. Afirmar que el vogue es punk, es tender una raíz a la experiencia dentro del punking/whacking y es trazar una genealogía que alcanza a los mujercitos del alarma, cruza los 41 alegres maricones y llega hasta Cotita de la Encarnación, una de las sodomitas quemada en la hoguera en el méxico colonial. Resistir a través de las poses, como afirma Susana Vargas sobre los mujercitos: “A través de las poses en las fotografías, los mujercitos se han provisto de la subjetividad femenina que el texto y la sociedad homofóbica y transfóbica mexicana les ha negado. A través de las fotografías, los mujercitos están creando un espacio de reconocimiento, validación y aceptación […]”.

El vogue es patria porque hay niñas que tienen pene y madres que no son mujeres. Y cuando a estas muchachas con pene las echaron de sus casas, no hubo solidaridad de sus hermanas, tías o madres. Cuando comenzaron a morir durante la crisis del sida estas mujeres sí desobedecieron el mandato de genero de prover cuidado a los enfermos. Fueron las familias alternativas, sus houses, las que les recibieron y cuidaron.

Suave Matria: permite que te envuelva / en la más honda música de selva / con que me modelaste por entero / al golpe cadencioso de las hachas / entre risas y gritos de muchachas (…).

La Matria es memoria, se inscribe en la tradición afro de veneración de los ancestros, de recordación a través de la invocación de sus nombres. Recordamos sus nombres, recordamos sus movimientos y compartimos con las siguientes generaciones esta historia. El vogue es una forma de micro-política cinestésica, un drag corporal construido con la repetición de movimientos forjados por las leyendas y los iconos del ballroom. El Leiomy Lolly del vogue fem contemporáneo o el movimiento de hombros de Willi Ninja en old way, por mencionar un par.

Mi Patria es la ronda de vogue, y mi nación es donde las casas se encuentran a bailar, porque la fiesta es política y nos da la oportunidad de celebrar nuestras existencias que resisten el mandato a vivir con miedo y verguenza.

En la ronda de vogue les bufo con ternura y les batallo con suavidad. La ternura radical de la Pocha Nostra nos pertenece, compartimos el sudor de extraños (que devienen en familiares), bailamos en disidencia con la sonrisa en alto, nos dejamos mirar y nos dejamos llevar, no somos siempre las mismas, los mismos, les mismas, inventamos temporalidades, encarnamos gestos performativos que normalmente rechazaríamos, disentimos con el máximo respeto, compartimos sueños y locura, canalizamos energía irresistibles y las convertimos en encarnaciones abominables, activamos la memoria sensorial y acariciamos con espinas.

En los 50 años de existencia que tienen las Casas no solo han sido un espacio seguro para los cuerpos morenos y negros disidentes sexuales, técnicamente son los colectivos artísticos más longevos de la historia y han ayudado a construir un ambiente preñado de creatividad de la que han bebido artistas como Keith Haring y RuPaul. Siempre en tensión con lo mainstream, el vogue ha sido apropiado y re apropiado por las casas. Es su ética lo que hace la diferencia, lo que le da sentido a la estética, la estética entendida como aesthesis, como “lo que siente la carne”, de ahí a entender el vogue como una comunidad, como una aesthesis-en-común, una comunidad no exenta de sus propias discusiones internas, pero con los medios necesarios para debatir y con el compromisos de sus miembros de construir por el bien común: el placer de bailar, el goce de vivir y celebrar en compañía de la familia por elección.

“La alegría no es un premio a la virtud, es la alegría misma”, asegura Spinoza. Vogue es alegría, vogue es una micro-política del afecto, de la potencia y la alegría, un proyecto político vital: Vivir y Gozar. El vogue es vitalidad, potencia y alegría. Necesito un feminismo que no sea una jeremiada de autocomiseración, me interesa un proyecto que me permita ser resilente y haga de la carcajada una estrategia más. Alegría para sobrevivir un sistema que nos violenta, y nos precariza.

Vogue para hacer un mundo habitable para poner los cuerpos en movimiento en rituales llenos de drama y color. Durante los años 80s, algunos de los sobrevivientes de la crisis del sida en Nueva York hicieron del vogue su manera de hacer su mundo vivible. Nuestra venganza es ser felices.

El Vogue es Terrorismo Poético. Nos afiliamos al anarquismo ontológico, Practicamos el terrorismo poético, habitamos zonas autónomas temporales: "Vístete. Da un nombre falso. Sé legendario” No nos interesan las teorías queers, pero sí su set de herramientas, técnicas retorcidas de reapropiación del lenguaje y despersonalización, por mencionar algunas de ellas. Ponemos estos cuerpos en la ciudad, para habitarlos con estos movimientos. Tenemos el mandato de llevar a la luz del día esta expresión que se generó en el circuito del ballroom.

Tenemos el mandato de llevar a la luz del día esta expresiónq que se generó en el circuito del ballroom. Porque bien dijo Twiggy Pucci Garçon: el vogue es una historia formada de resistencia radical contra la homofobia, transfobia y el racismo. Se creó a partir de la lucha. Permite a sus miembros salir y creer en su talento. Les da voz y autenticidad a narrativas que necesitan ser contadas. Se toma esa energía a un lugar de belleza y felicidad que saca esa homofobia, transfobia y racismo fuera de tu cuerpo en una forma mucho más hermosa.

Textos


Voguing 101 con Cakes Da Killa


“Con cada generación nueva, el vogue evoluciona mostrando un signo de los tiempos” .

Por Rashard Bradshaw para Teen Vogue.

Traducción por House of Apocalipstick

En esta explicación del vogue, le pedimos al rapero y miembro de Qween Beat Rashard Bradshaw, mejor conocido como Cakes da Killa, que desmenuce la historia y la influencia del baile popular y estilo de música.

El fundador del colectivo de Ballroom Qween Beat, MikeQ, dijo una vez: “Si sólo sabes del vogue por Paris is Burning y Madonna entonces no conoces realmente al vogue o al ballroom.” Y es verdad. Con una historia fértil que se remonta décadas atrás, un swag que ha dado vida a estrellas internacionales, y una influencia que llega a casi todas las facetas de la cultura mainstream, ¿por qué sólo te limitarías a una probadita?.

Me introdujeron al voguing con clips de YouTube que me compartió un amigo cuando todavía estaba en la preparatoria. Nunca había visto algo así de cautivante y se volvió rápidamente mi material preferido para atascarme durante mi tiempo libre. La mezcla de gimnasia, coreografía intrincada, moda y homosexualidad sin disculpas me absorbió completamente. Algunos no lo entenderán (como Deadmau5), y está bien, pero hay que desmenuzarlo de verdad para poder dejar las cosas claras.

El voguing es un baile urbano altamente estilizado que se inspiró originalmente en las poses de alta moda de los modelos en la revista Vogue: de ahí el nombre. La actitud de quien lo ejecuta también forma un gran componente del baile, ya que el voguing es puro bufar la competencia sin llevarlo a lo físico..

Originalmente partes de un movimiento popularizado por Crystal LaBeija—quien estaba harta en los años sesenta de ser marginada en los certámenes de drag de Harlem predominantemente blancos—los balls de vogue (donde ocurren la mayoría de los performances de voguing) eran una plataforma para que las queens de color destaquen sus talentos en una arena donde las juzgaran similarmente. Junto con sus dos hermanas drag, Pepper LaBeija y Paris DuPree, Crystal creó su propia plataforma para drag queens de color, precipitando un linaje de madres y padres y unidades familiares de drag fuertes y establecidas con una historia fértil para los jóvenes que la sociedad aventaba a las alcantarillas por ser ellos mismos.

Y aunque originalmente se creó para la comunidad de personas queer marginalizadas, el voguing ya permea en la cultura pop. Con un plétora de coreógrafos enseñando los pasos en clases alrededor del mundo, el estilo destaca en los videos de las estrellas pop como Beyoncé, Rihanna y FKA twigs. Con respecto a la música, caracterizada por el sample icónico “Ha” e influenciando a artistas como Azealia Banks y a muchos productores de EDM, el impacto moderno del vogue es innegable. Y esto no siquiera contempla cómo el lenguaje de la cultura ha llegado al habla de las estrellas de reality de The Real Housewives of Atlanta y a la cultura pop más ampliamente. Lo puedes oír cuando dicen “Yus, slay, honey” y términos como “beat” o “kiki”.

Pero para entender realmente la historia del vogue, primero debemos describir los balls que originaron al baile y que todavía suceden el día de hoy. Los balls típicamente siguen un formato de certamen con varias categorías. Los participantes ‘batallan’ en cada categoría en frente de un panel de jueces para conseguir trofeos y premios. Antes de que puedas competir, debes “caminar” la categoría para recibir “10s”, es decir, que el panel apruebe de tu ejecución, o un “chop”, que significa que deberías intentarlo otra vez en otra ocasión. Durante esta sección preliminar de un ball siempre hay mucho en juego.

Cada competidor pertenece a una “casa” que unifica a sus miembros bajo un solo apellido. Algunos ejemplos: Mizrahi, Prodigy, Labeija, Ebony, Blahnik, y Chanel. Como muchas de las famosas poses tomadas de revistas, muchos nombres de casas vienen de las casas de moda europeas. Desde entonces, aquello que en algún momento estaba limitado a Nueva York se ha expandido para formar una red completa con su propia jerga, estilo, y sentido de la unidad. Ahora, la comunidad ballroom tiene presencia en muchas ciudades principales a lo largo del país y hasta a nivel internacional.

Sin embargo, el baile llegó a su pleno potencial casi dos décadas después de los primeros balls de Crystal, de acuerdo a la leyenda del voguing y artista de performance Jamel Prodigy. Con lazos familiares fuertes con la comunidad, Jamel se enamoró del lenguaje y el performance que vio en la pista de joven y ha permanecido en la escena desde entonces. Jamel le atribuye el haber construido muchos de los cimientos para la generación actual a los pioneros del voguing. Sus sacrificios son lo que lo ha vuelto mucho más fácil, pero [Jamal] también se inspira constantemente por el sabor que la nueva generación le da a la escena.

El estilo original de vogue se conoce como “Old Way”, con puras líneas sólidas, simetría, y movimientos bruscos. El tipo de pose que se ve en el Old Way se asemeja a los personajes dibujados en los jeroglíficos de Egipto. Continuando este estilo, llegó uno nuevo conocido como, pues, “New Way”. El New Way se apoya más en el popping de articulaciones que en hacer líneas fuertes. También requiere mucha flexibilidad y mímica. Los pioneros como Willi Ninja llevaron al estilo alrededor del mundo. Muchos le dan crédito a Madonna por ser la primera artista que lo haya incorporado en videos con su sencillo “Vogue”, pero Queen Latifah lo hizo en 1989, un año antes, en su track “Come into My House”.

Ambos de estos estilos reverberan en el presente, cuando el voguing ya se ha vuelto un fenómeno de cultura pop. Me reuní con Jamal para hablar acerca de la historia del vogue durante el Show Internacional de Autos de Nueva York en el Javits Center, en donde colaboraba con Mercedes-Benz para destacar todas las facetas del ballroom con la ayuda del padre del House of Ninja, Javier Ninja; el productor internacional legendario y DJ MikeQ; el maestro de New Way, Slim Ninja; la diva de pasarela, G Xtravaganza; y el promotor y artista visual Lee Soulja.

Aunque el Old Way y el New Way establecieron los cimientos del vogue, si vieras un clip de un ball reciente el estilo actual que se destaca comúnmente se conoce como Vogue Femme. El Vogue Femme es todo fluidez e imitar los movimientos de las femqueens, un término de cariño usado para identificar a las mujeres trans de la escena. “De hecho, Paris DuPree es la madre del vogue y él fue la primera persona en introducir el vogue fem a la escena del ballroom”, compartió Jamal. Hay dos estilos específicos de Vogue Femme: Dramatics y Soft. Dramatics se apoya mucho en la velocidad y los trucos de alta energía. El estilo soft es mucho más elegante y controlado y se apoya en un sentido de irradiar carisma y hacer siluetas felinas..

Profundizando, hay varios elementos clave en el Vogue Femme. Estos elementos son manos, duckwalk (patos), catwalk (gatos), floor performance (piso) y spins (giros) and dips (caidas). Las manos transmiten el mensaje que quieras enviar al panel de jueces así como a tu competencia, entonces este elemento es muy importante. El voguing es mucho de contar una historia, entonces alza la barbilla y enfócate en esas muñecas y dedos. Sea que estés popping, girando o torciéndolos, demuestra tu punto una una figura ocho a la vez.

El duckwalk (pato) es uno de esos movimientos que requiere de una fortaleza central y precisión increíble para adiestrarse completamente. Es muy similar al Hopak, un baile tradicional de Ucrania. El movimiento es un paso en cuclillas balanceándote en las bolas de los pies, pateando para afuera una pierna a la vez. Asegura tu balance y no te caigas.

¡El catwalk es mi elemento favorito sin duda alguna! Este paso es una caminata muy exagerada y femenina. Tus caderas se mueven de lado a lado, acentuando la curvatura seductiva de tu cuerpo, y tus manos hacen movimientos desgarrantes, abriendo paso en el runway para tu performance. Si realmente estás sintiéndolo, puedes aventarle un contoneo de pecho para destacar.

El floor performance se trata de irradiar tu sex-appeal. Sea que estés rodando, torciéndote o girando en el piso, ¡véndele sexo a los jueces! Un punto importante para tener en mente: debes arquear esa espalda.

Los giros y dips definitivamente son el favorito del público. Los dips suceden durante el golpe en el beat donde el intérprete aterriza en su espalda, sellando la frase de baile que estaban haciendo antes del dip. Los dips pueden ser o Soft, es decir, controladas en una manera felina, o Dramatic, apoyadas con una alta energía y movimientos más rápidos. Los dips suceden usualmente después de los giros.

El vogue no se irá a ningún lado. Como muchos estilos de baile callejero, el voguing no se centra en una fórmula rígida que exija uniformidad. Hay mucho más espacio para destacar tu propio estilo y personalidad. Con cada generación nueva, el vogue evoluciona mostrando un signo de los tiempos. Y eso, niños, es el voguing hecho fácil por mí para ustedes.

¿Haces voguing o eres vogue?


Por Pony Zion Cdg Zion

Traducción: House of Apocalipstick

Hacer voguing, para muchos, son elementos que cambian de un movimiento a otro de forma muy estrafalaria. Aunque esa sea la experiencia de muchos, es una forma performativa muy limitada y condicionada. No estoy juzgando, solo notando y siendo testigo desde un punto de vista de ícono [de la escena ballroom].

Cuando eres vogue, estás expresando quién eres en ese momento. Uno no se está identificando con la técnica, sino dando cabida a que la técnica sea la expresión personal en ese momento.

¿Estoy haciendo voguing o soy vogue? Muchas personas conocen el baile, pero no tienen idea del bailarín. Tú puedes aprender el arte de ser vogue y seguir construyendo sobre lo que ya has aprendido (tal vez aprendiste a hacer voguing de un amigo, en internet, en un ball o en clase). O puedes ser vogue en si mismo y dejar que la creatividad se manifieste desde dentro en ese momento.

Cuando haces voguing, muchos de ustedes están pensando y procesando el movimiento mientras lo muestras. Cuando eres vogue, eres presencia y conciencia. Recuerda: nadie puede predecir que harás con tu presencia. En un momento dado, la conciencia reemplaza al pensar. El pensar solo puede venir de las ideas que ya has acumulado y pondrás en práctica. La conciencia es siempre ahora y siempre nueva.

Cuando estás haciendo voguing, estás encadenado a los elementos que se te enseñaron cuando aprendiste el baile. Mucha gente cuando have voguing rellenan sus ideas el Vogue entre cada uno de los elementos al tratar de conectarlos, solo para ser comparados con quienes les enseñaron el baile.

Cuando eres Vogue, la mente, el cuerpo y el espíritu se mueven en armonía. No enfocándose en el uso de elementos, sino en ser el instrumento del arte.

Cuando haces voguing, la audiencia te verá como el bailarín ejecutando el baile. Tal vez ganes, pero no disfrutes tanto tu performance.

Cuando eres vogue, la audiencia no ve al bailarín, solo el baile.

Cuando eres vogue, tu y el arte son uno y la audiencia ahora ve tu historia en forma de baile. El bailarín desaparece en la belleza del arte, y nada pero el vogue es presenciado.

Cuando haces voguing, uno actúa como si tuviera algo que probar para ganar o ser mejor que alguien más.

Cuando eres Vogue, tienes todo que compartir y nadie para compararte. No porque eres mejor, sino porque tú historia es única y no puede estar mal. Es tuya, compártela cada vez.

Así que la próxima vez que entres a la pista pregúntate: ¿Eres Vogue o estás haciendo voguing?

Voguing y la escena de Casas de Ballroom en Nueva York 1989-92


Por Tim Lawrence
'Oye, y escucharás a todas las Casas que caminaron antes allí':


Una historia de las bailes de vestidas, casas y la cultura de voguing.
Irrumpiendo en la conciencia pública entre 1989 y 1991, la cultura de las bailes de vestidas y el voguing se remonta a la segunda mitad del siglo XIX. En el Hamilton Lodge de Harlem llevó a cabo su primer mascarada marica en 1869, y unos 20 años después, un estudiante de medicina tropezó con otra fiesta que estaba teniendo lugar en Walhalla Hall en el Lower East Side. Atestiguó a 500 parejas del mismo sexo, masculino y femenino, bailando un vals tranquilamente con la música de una buena banda. Un edificio desvencijado situado en 119 East 11th Street, Webster Hall fue sede de otros eventos durante la década de 1920, y para el final de la década, fiestas de disfraces que habían sido montadas en lugares bien visibles, tales como el Madison Square Garden y el Astor hotel, atrajeron a multitudes de hasta 6,000 personas. Invitados a asistir a otra fiesta en el Hamilton Lodge por la empresaria y anfitriona A'Lelia Walker, el activista social y escritor parte del renacimiento de Harlem Langston Hughes proclamó que los bailes de vestidas eran el “más extraño y más llamativo de todos los espectáculos de Harlem en la década de 1920” y los describió como “espectáculos de color”. Tomando nota de la presencia de "distinguidas celebridades blancas" durante este período, Hughes llegó a la conclusión de que "Harlem estaba de moda' y 'el negro estaba en boga (vogue)'.

Una vez al año, los bailes presentaban una procesión conocida como el "desfile de las hadas”, que involucró a las concursantes drag queen pavoneándose a través del auditorio en preparación para un concurso de disfraces. Por el resto de la noche, bailarines tomaban la pista en las parejas y las asociaciones formadas eran superficialmente heterosexuales, con los hombres (incluyendo lesbianas vestidas como hombres y los hombres homosexuales que favorecían el estilo masculino) que acompañan a las mujeres (u hombres vestidos de mujer, así como mujeres heterosexuales), mientras que cierto número de heterosexuales observaban desde la barrera.

'Al punto de las 12:30a.m. visitamos este lugar y encontramos alrededor de 5,000 personas, de color y blancos, hombres vestidos con ropa de mujer, y viceversa ", informó un equipo de investigadores encubiertos tras una inspección del baile, el Hamilton Lodge celebrada en el Casino de Manhattan en febrero 1928. "El asunto, se nos informó, era un fiesta marica de disfraces”. Cuatro años más tarde, Broadway Brevities informó de otro baile en que los hombres rivalizaban con aves del paraíso y pavos reales, sus tocados emplumados cabeceando y ondulando desde sus bien formadas cabezas'. Poco después, novelistas los Charles Henri Ford y Parker Tyler evocaron el baile de vestidas como "una escena cuyo sabor y color celeste cerúleo ningún pintor angelical o un poeta nectarino habría concebido alguna vez”.

Con los bailes ganando popularidad, la legislatura del estado de Nueva York tipificó la 'solicitación homosexual' en 1923 como parte de una reacción más amplia en torno a las relaciones sexuales entre varones. Pero los organizadores de bailes de vestidas descubrieron que podían seguir para realizar eventos si una organización vecinal aplicaba en su nombre por el patrocinio oficial de policía. El hiato se prolongó hasta el otoño de 1931, cuando los agentes, reaccionando a la experimentación cultural de los años de la Prohibición y el inicio de la Depresión, comenzaron a reprimir la comunidad homosexual de la ciudad apuntaron a los bailes.

"Si los policías tienen su manera, 'informó Variety," el clan afeminado de aquí en limitará sus actividades a The Village y a Harlem”. Sin embargo, la policía se esforzaba por contener la cultura cuando, después de la segunda guerra mundial, muchos hombres homosexuales que tenía viajado a través de Manhattan en su camino hacia el frente de batalla regresaron a la ciudad. Los agentes respondieron intensificando su regulación y los casos de entrampamiento (por el que los agentes de policía 'atraparían' hombres homosexuales a través de solicitación sexual antes de obtener su licencia policial) aumentaron de manera exponencial. Los organizadores de bailes de vestidas, sin embargo, se vieron reforzadas por la ola de recién llegados. En una fiesta, informó Ebony en marzo de 1953, más de 3,000 concursantes y espectadores se reunieron en Rockland Palace en Harlem para ver a los hombres que les gusta vestir en el desfile de la ropa de la mujer ante los jueces en el show de moda más inusual del mundo
A principios de la década de 1960, la cultura de los bailes de vestidas se había comenzado a fragmentar a lo largo de las líneas raciales. Porque, si bien los bailes, como la que tuvo lugar en Rockland Palace contaba con una notable mezcla uniforme de los participantes blanco y negros, también con la pista de baile, notablemente integrada, se esperaba que las vestidas negras para 'blanquearan” sus caras si querían tener una oportunidad de ganar el concurso. Incluso entonces, sus posibilidades eran escasas, ya que podría haberse polveado más cuando la piel blanca Venecia Lamont ganó el primer premio en el evento Rockland Palace por verse "más como una mujer ', su figura “la envidia de muchas de las mujeres de los espectadores” . Así las vestidas negras comenzaron a organizar sus propios eventos, con la puesta en escena Marcel Christian llevando a cabo lo que bien podría haber sido la primera fiesta de vestidas negras en 1962.

En todo caso, los vestidos escalaron a nuevas alturas de extravagancia y glamour. En un evento, Cleopatra llegó en un bote ceremonial flanqueado por seis sirvientes que agitan blancas hojas de palma brillante; y en otro, una lámpara incandescente de 2,000 vatios le iluminaba, como un modelo de moda abrió su abrigo de plumas de Mylar, dejando momentáneamente ciegos a las primeras filas. “Fue Las Vegas viene a Harlem" comentó Michael Cunningham en un artículo de 1995 sobre la cultura del ballroom. 'Eran las fantasías más barrocas de glamour y la fama de las vestidas, todas realizadas en máquinas de coser Singer en minúsculos departamentos”.

Fundada en 1972, la primera casa comenzó a existir cuando Lottie, una drag queen de Harlem que trabajaba en la oficina de asistencia social en la calle 125, pidió a Crystal LaBeija co-organizar un baile. Una de las pocas vestidas negras en ganar el título de Reina del Baile, organizado por blancas, LaBeija también se había cansado del sesgo anti-negro de los bailes, como hizo claro durante “The Queen”, una película documental dirigida por Frank Simon que sigue a un concurso de belleza de vestidas Miss All-American Beauty Camp donde los concursantes Rachel Harlow, LaBeija y otros compitieron frente a un panel que incluía Larry Rivers y Andy Warhol. Convencido de que el resultado fue un arreglo caucásico, LaBeija montó en cólera cuando la anfitriona Sabrina Flawless declarado ganadora a Harlow, descrito por el New York Times como un "hombre frágil, rubio, mal encarado, anteriormente señorita Philadelphia ', y la experiencia preparó el camino para la colaboración de LaBeija con Lottie. Criytal estuvo de acuerdo en hacerlo, siempre y cuando ella era un punto culminante de la fiesta,' señala Terrence Leyenda Internacional. 'Lottie endulzó el acuerdo al convencer a Crystal que deberían empezar un grupo con el nombre de House of LaBeija, con el título de Crystal como "madre". Crystal estuvo de acuerdo. El evento se tituló Crystal y Lottie LaBeija presenta la primera Casa anual de Labeija Fiesta Up the Downstairs Case, en la calle Avenue West 115 y 5 en Harlem, NY.

Al hacer referencia a las casas de moda cuyo glamour y estilo que admiraban, otros drag queens negro comenzaron a formarse casas de vestidas, o familias que, encabezada por una madre y, a veces un padre, socializaban, cuidaban el uno del otro, y se preparaban para los bailes (incluidas las iban a organizar y a los que asistirían). Madre Dorian y Padre Chipper fundaron House de Corey en 1972, y dos años más tarde, el padre Jay fundó la Casa de Dior, después de lo cual La duquesa Wong y Nicole Wong estableció la House of Wong, y París Dupree y Burger Dupree inauguraron la House of Dupree, todos en 1975. La House of Christian y la House of Plently aumentaron el total antes de que la madre Avis y el padre Kirk lanzaran la House of Pendavis en 1979. La cultura de los bailes de vestidas se expandió fuera de Harlem, con tres casas más House of Omni, House of Ebony y House of Chanel, que emergieron en Brooklyn durante 1979 y 1980. A continuación, un par de años más tarde, Pepper Labeija se convirtió en la nueva madre de House of LaBeija, después de haber hecho su debut en los bailes alrededor de 1972. A partir de este momento, los concursantes se enfrentaron para ganar títulos, con múltiples participantes recorriendo la pasarela imaginaria en trajes y personajes para cada categoría. Al final de cada ronda, un grupo de jueces escrupulosos emitía su veredicto, a veces recompensando la autenticidad (realness) óptima o la capacidad de pasar por heterosexual o cisgénero en el mundo exterior, a veces apoyando la extravagancia y la opulencia. "Nuestro objetivo entonces era parecerse a las mujeres blancas," dijo Cunningham LaBeija mientras recordaba los días antes de las vestidas negras organizaron sus propias fiestas e inició un auge de las casas. 'Ellos me decían, "Usted tiene rasgos negroides," y yo decía, "Está bien, tengo los ojos blancos." Así es como fue then entonces”.

Si el comienzo de los bailes de vestidas negras coincidió con la intensificación del movimiento de derechos civiles, la formación de las casas fue paralelo al aumento de la confianza del movimiento de liberación homosexual, que disfrutó de su gran avance simbólico cuando las drag queens ocuparon la primera línea durante la rebelión de Stonewall en junio de 1969. un ángel negro de la historia que podía navegar por las tempestades y huracanes de destino sólo con un cambio ocasional de ropa, Sylvia Ray Rivera era una de las muchas drag queens que disfrutó de pasar un rato en el Stonewall Inn, un bar gay situado en el West Village que permitía bailar en su cuarto trasero, y que la policía toleraba a cambio de pagos regulares bajo el mostrador. Cuando se retrasaron los pagos, los agentes asaltaron la barra con el fin de recordar a los propietarios de sus obligaciones, pero durante la redada que tuvo lugar en junio de 1969, Rivera y sus amigos, que ya están en el borde por el funeral de Judy Garland, se defendieron. La subsiguiente bruma de patadas entaconadas y golpes de bolso desencadenó días de disturbios que han llegado a definir el nacimiento simbólico del Movimiento de Liberación Gay. Tal vez algún capricho de la memoria histórica colectiva hizo su parte, pues la rebelión también marcó el 100 aniversario de la fiesta de inaugural del Hamilton Lodge. Por lo menos, el desafío involucrado en el acto de trasvestirse como un miembro del sexo opuesto fungió como una forma de entrenamiento previo para Rivera y sus compañeras rebeldes.

El establecimiento de las casas también es paralelo a los giros y las vueltas de las pandillas de Nueva York, que florecieron entre mediados de 1940 y hasta mediados de la década de 1960 cuando la ciudad pasó de una economía industrial a una post-industrial mientras negociaba con los trastornos de la renovación urbana, la limpieza de villas miseria y la migración étnica. Como sostiene el historiador Eric Schneider, las bandas apelaban a adolescentes alienados que querían ganar dinero, así como el prestigio en su grupo de pares. Florecieron hasta mediados de la década de 1960, cuando el alcalde John Lindsay introdujo programas de intervención de pandillas y puso un mayor énfasis en la acción de la comunidad, mientras que los radicales políticos y activistas de derechos civiles intentaron “involucrar a las pandillas en batallas políticas más grandes”.

Pero las condiciones subyacentes que llevaron al surgimiento de las pandillas no desaparecieron. Las pandillas comenzaron a multiplicarse de nuevo a principios de 1970, especialmente en el South Bronx, donde la pobreza endémica y la epidemia de incendios provocados y adicción a la heroína abrumaba a las unidades de interés social de la ciudad. Mientras tanto, las vestidas negras, de la clase trabajadora estaban alejadas no sólo de sus familias biológicas, quienes usualmente eran intolerantes a sus decisiones, sino también de los líderes nacionalistas negros, cuyo discurso cada vez más machista fue popularizado por las pandillas que se multiplicaron en los barrios. Con nadie a quien acudir, formaron sus propias pandillas de apoyo mutuo y prefirieron llamarles casas.

Las casas eran un fenómeno muy distinto de los grupos de individuos y círculos de amigos que iban a los balls, ya que éstas comenzaron a fungir como orfanatos de facto para jóvenes desplazados. Algunos vivían en las calles y muchos vivían con familias incapaces de aceptar sus decisiones. Cuando la madre de Pepper LaBeija descubrió ropa de mujer en su clóset, Pepper insistió en que eran de una amiga, pero su secreto se volvió incontenible cuando le empezaron a crecer los pechos. Eso ocasionó que su madre quemara el abrigo de mink de Pepper en el patio. ‘Devastada, me paré ahí y lloré como un bebé’, recuerda LaBeija, mientras su madre se empeñaba en llamarle por su nombre de nacimiento, William Jackson. Al mismo tiempo, el trabajo que hacían las casas entre balls les permitía incorporar jóvenes que quizá no estaban interesados en disfrazarse/vestirse pero querían pasar el rato, divertirse y disfrutar de la calidez de una comunidad extendida y a quienes querían ayudar a otros miembros de la casa para prepararse para los balls. ‘Una rica taxonomía de personajes del género e identidades llegaron: malandros que recién conocían la cultura gay, lesbianas machorras con vínculos eróticos con hombres gays, diseñadores negros y fashionistas deseosos por poner a prueba su ropa en una nueva escena urbana,’ anota el crítico cultural Frank Leon Roberts en un artículo publicado en Wiretap.

Las casas siguieron multiplicándose y diversificándose durante la década de los 80’s. Willi Ninja fundó la House of Ninja en 1981 o 1982 y expuso su intención de llevar la estética y la filosofía asiática al mundo del ball. Posiblemente fundada por el Padre Hector en 1982, la House of Xtravaganza, la primera casa latina, formalmente entró a la escena drag ball al acudir al ball de la House of Omni en 1983. Carmen, David Ian y Angie se convirtieron en madres en 1984, después de lo cual las ‘bellezas imposibles’ Angie y Carmen comenzaron a ganar premios en 1984 y 1985.
Luego, en 1987, la diseñadora de moda y dueña de boutiques, Pat Field estableció la House of Field como la primera casa blanca del sur de Manhattan en ir a los balls del norte. ‘Nos llamamos House of Field ahora porque eso es en lo que hemos evolucionado.’ Myra Christopher, una vendedora en la boutique, quien alentó a Field para crear la casa, comentó en 1988. ‘Aunque siempre estuvimos aquí, como hijos de Pat Field y hemos evolucionado en algo más eventualmente. Convertirnos en una casa sólo fue hacerlo oficial para el beneficio de otra gente, para competir en sus términos.’ Al final, los miembros de la House of Field tendrían que reconfortarse con la idea de que lo importante era ser parte de. Inspirados por la nueva ola de la moda y aversos al look elegante propagado por las marcas corporativas, sus miembros nunca amenazaron con desplazar a las casas del Norte de Manhattan.’
Mientras las casas proliferaban, también lo hacían los bailes ya que cada casa aspiraba a ser la anfitriona de su propio ball y durante la década de 1980 se convirtieron en eventos mensuales. La preparación era un reto inmenso para los participantes, y ni hablar para los organizadores. Empezando a las 5am, cuando cada casa se unía a la gran marcha, los balls se convirtieron en algo similar a los maratones con un gran rango de categorías de competencia. ‘Paris Dupree organizó su primer Paris is Burning ball en 1981, y esa fue la primera vez que las categorías realmente estuvieron ahí’ dice Kevin Ultra Omni, originalmente Kevin Omni, fundador de House of Omni. ‘Recuerdo tener que haber visto todas esas categorías.’ Las categorías siempre habían existido, pero jugaban un rol comparativamente menor en los bailes anteriores, por ejemplo, en los 1970’s los concursantes que querían vestirse como hombres sólo podían competir en una categoría. ‘Se llamaba “Butch Mod Face” y eso significaba que tenías que ser machorro, muy masculino, no un maricón ni un joto, y tenías que tener un look de modelo y una cara linda. A principios de los 80’s, separamos las categorías para que hubiera una llamada autenticidad machorra (butch realness), otra efecto modelo y otra llamada cara. Luego creamos todas estas otras categorías como ejecutivo, pueblo y ciudad, étnico, y continuaron evolucionando a través de los años 80’s.’ Otras categorías eran mejor mujer, mejor hombre, punk vs futurista, de compras en avenidas famosas, autenticidad (realness), interpretación (performance), piel vs gamuza, alta moda ejecutiva y ropa de noche en Hollywood. Los días en los que los bailes de vestidas giraban en torno a hombres vestidos de mujer habían quedado atrás. Ahora, en una escena más extendida, los hombres adoptaron una serie de alternativas masculinas. Las casas también se volvieron más competitivas y muchas decidieron admitir nuevos miembros sólo si habían participado en un ball y ganado un premio.
Alejándose del ritual de las drag queens de ‘tirar sombra’, o sutilmente insultar a otra, el voguing emergió como un baile distintivo de, al inicio, las casas, y luego inevitablemente, de los balls, donde categorías específicas de vogue fueron introducidas eventualmente. ‘Todo empezó en un antro de after llamado Footsteps en la 2da avenida y la calle 14.’ dice David DePino, un influyente DJ de la comunidad vogue. ‘Paris DuPree estuvo ahí y un buen de reinas negras estaban tirándose sombra unas a otras. Paris tenía una revista Vogue en su bolsa y mientras estaba bailando, la sacó, la abrió en una página donde una modelo estaba posando y luego se detuvo y mantuvo esa pose en el beat. Luego le dio vuelta a la página e hizo otra pose, de nuevo en el beat.’ La provocación fue regresada. ‘Otra reina llegó e hizo una pose enfrente de Paris, y luego Paris se paró frente a ella e hizo otra pose.’ Agrega DePino. ‘Todo esto era tirar sombra - estabas intentando hacer una pose más bonita que la anterior - y pronto se incorporó a los bailes. Al principio le llamaron posar y luego, por la referencia a la revista Vogue, le llamaron voguing.’ Una fuente alternativa dice que el voguing primero fue practicado por los presos negros y gays de Rickers Island, una cárcel de Nueva York, quienes lo usaban como una forma de atraer la atención de otros hombres y tirar sombra. ‘Tal vez no tenían un nombre para ello, pero eso es lo que hacían o eso es lo que nos han contado.’ relata Kevin Ultra Omni ‘Sé que Paris fue una pionera del voguing, pero creo que el vogue existió de otras maneras a través de otras personas también. Creo que muchas poses del voguing vienen de arte africano y jeroglíficos egipcios.’

El voguing se convirtió en un estilo de danza contorsionado e incisivo cuando las drag queens incorporaron la estética del kung fu en sus rutinas. Adoptaron los movimientos angulares y veloces de Bruce Lee mientras trabajaban en los cines porno de Time’s Square o caminando hacia allá después de una noche de trabajo para descansar. Inspirados en los trazos precisos de los jeroglíficos egipcios, los vogueros surgieron del mismo ambiente étnico y de clase trabajadora que los pioneros breakers a mediados de los 70’s. Al igual que los breakers, los vogueros pulían sus talentos a través de una mezcla de instinto competitivo, habilidad atlética y sobre todo el deseo de ser vistos (a diferencia del deseo de ser parte de la multitud, cosa que motivaba a la mayoría de los bailarines de antros y fiestas). Los rituales de ‘tirar sombra’ y (cuando se sentían especialmente confrontacionales) ‘leer’ del voguing encontraban un paralelo en el ‘quemar’, o la técnica de imitar ataques e insultos de los breakers. Ambos tenían un compromiso con ‘mantenerlo auténtico’. Sin embargo, sus concepciones de lo auténtico no podían diferir más. Y el estatus social de las preferencias sexuales que subrayaba estas diferencias llevó a los breakers a bailar en lugares públicos, a plena luz del día y a los vogueros a los muelles abandonados del West Side a pasar el rato y practicar sus pasos o a los espacios clandestinos gay como Better Days, the Paradise Garage y Tracks, cuando no había un ball al cual asistir.

Mientras la mayoría de los bailarines que se congregaban en la red del centro en fiestas privadas y discotecas públicas gravitaban alrededor del centro de la pista principal, donde el espacio estaba muy concentrado y la euforia colectiva se sentía de manera muy fuerte, los vogueros tendían a localizarse en la periferia o hasta en un cuarto alternativo, donde había más espacio para practicar sus pasos y aún más importante, entrar en la economía de ver y ser vistos. Better Days, por ejemplo, tenía una pista principal y un cuarto trasero donde los bailarines podían descansar, ligar, o como Omni descubrió cuando empezó a ir en 1975, modelar frente a un espejo imaginario, posando al tiempo de la música, volteando un sombrero de lado y regresarlo y oscilar con gracia. ‘Todo con el beat’. ‘Conocí a Paris en 1975’, dice Omni, ‘Y la recuerdo haberlo visto en Better Days, posando en la parte de atrás y tirando sombra’. Se supo que algunos vogueros - incluido Hector Xtravaganza, quien iba a Peter Rabbits y Better Days - hacían trizas la pista en los antros, pero fueron incapaces de ganar un premio en los bailes.

Sin embargo, los clubs tuvieron una mayor apertura hacia los vogueros para que pudieran bailar, así los “Ganzas”, como los Xtravaganzas eran apodados, llegaron a ser la primera casa que se congregaba en el “Paradise Garage” de la Calle Street, donde el Dj Larry Levan, quien llego a ser miembro de House of Wong, seleccionaba música dependiendo de la intensidad emocional de los que bailaban. Empezando como un pequeño grupo de amigos que bailaban por todo el lugar, los “Ganzas” captaron la atención de David DePino (el mejor amigo de Levan y Dj suplente del lugar) cuando se encontraron con algunos bailarines conectados por Pat Field. Se hicieron más cercanos cuando se dieron cuenta que Danny Xtravaganza y DePino vivían a unas cuadras en la Calle14. “Ya tengo las membresías de David, Ian y Eddie, y voy a sacar las de los otros, Angie, Coko, Luis y Michael” dice DePino quien se hizo miembro honorario de los Xtravaganza y el DJ oficial de la casa en el primer Ball, celebrado en Elks Lodge. También trato de relacionarlo con todas las personas que pensaban que eran niños “Shady”. Fue como Pepper LaBeija, Duchess Wong y Willi Ninja empezaron a venir con sus casas y antes de que se dieran cuenta, ya varios niños del Ball iban con regularidad al Garage. En una esquina estaban los LaBeija, en la otra se encontraban los Duprees, y así por todo el lugar. En algunos momentos, de repente alguien empezaba a bailar diferente, sin vogue, porque no todas las canciones te hacían voguear.

Cuando DePino empezó a tocar los martes en “Tracks” sobre la calle 19 y la avenida West Side en 1985, los vogueros empezaron a llenar el lugar, a diferencia que en “Garage”, “En el Paradise Garage se voguea una o dos canciones, pero en Tracks siempre había canciones para voguear, ¡todo el tiempo!” decía DePino. “Había batallas constantes, era como un juego de los yankees contra los mets. Si eras valiente, ¡saltabas a la mitad de la pista y hacías una pelea de tres! Gracias al tamaño del lugar, las batallas no afectaban a aquellos que querían disfrutar de la energía de un club convencional, aun así lo que dominaba la noche, era la intensidad de los vogueros. Las canciones eran maricas y muy vivas, más que pesadas y difíciles de escuchar. No suaves ni afeminadas, pero si “Cunty” (una forma de exagerada, intensa y poderosa feminidad), dice Adam Goldstone, quien regularmente iba desde que se mudo a Nueva York. “Eran gays negros y latinos, mujeres, la mayoría lesbianas. David solía poner mucha música de Ballroom para las niñas de las casas, pero también le variaba y ponía canciones tranquilas y con ritmo suave. Era un set real, creo era muy buen DJ. Alrededor de 2,500 a 3,000 bailarines se juntaban en el club cada martes por la noche.”

La cultura de los bailes Drag y sus especialistas en Vogue emergieron al dominio público cuando la encargada de las relaciones sociales de los bares y clubes de moda, artista de performance y promotora Chi Chi Valenti publicó un artículo en la revista Details, un octubre de 1988, acerca de los “Club Nations” –o las familias de clubs- de nueva York, Valenti incluía perfiles del “Pyramid Nation” (El Pyramid era un bar que contaba con una pista de baile/espacio para actuar donde Drag Queens pasaban la noche conviviendo con personas del East Village) y de “Haringtons” ( o el grupo de amigos y conocidos de Keith Haring, quienes le ayudaban a realizar los eventos de “Party of Life”). También realizo descripciones de la House of Field (quienes trataban de reinventar los Drag Balls en un formato de show más pequeño) y de los poderosos: House of Xtravaganza (quienes desarrollaron una gran fuerza y fiereza en sus años fuera del foco de atención). “Los Balls modernos con sus paneles de jueces y sus tarjetas de puntuaciones, las envidias mezquinas entre sus rivales de toda la vida y la audiencia abucheándolos cuando calificaban muy bajo a sus favoritos, no le piden nada a los eventos deportivos de mayor importancia”, comenta Valenti. “Además de eso, están las categoría importantes como Realness /Autenticidad: Rikers Island contra Sing Sing (Solo Reinas Butch/ Hombres Gay) y sus presentaciones con estilo feroz, no deja en duda, que los Balls de la periferia –con un poco de ayuda de House of Field, primer casa del centro de la ciudad- hayan llegado a ser un éxito en el entretenimiento nocturno”. Valenti concluye su escrito detallando que House of Xtravaganza espera tomar la Cultura del Ballroom fuera de los salones de baile, aunque no estén seguros de cómo hacer que eso suceda. “Hay un sueño de pasarelas más importantes y carreras en la industria de la moda”, dice Valenti. “Solo un sueño logrado como ganar una categoría”.

Llega el momento más importante cuando los Vogueros empezaron a caminar pasarelas importantes el año siguiente, primero para el show de Thierry Mugler, en Paris, después para el “Aids Love Ball”, de la Fundación para las Industrias del Diseño, evento que se llevo a cabo en el Roseland Ballroom. Organizado por la promotora Susanne Bartsch y la editora de Details, Annie Flanders. “La noche tenia todos los elementos que caracterizan la vida nocturna de Nueva York: Belleza, pasarelas de moda, concursos de belleza, celebridades y ambigüedad de género.” reporto en New York Times. “Figuras importantes de la industria de la moda apoyaron con patrocinios, jueceo o performances, en lo que tal vez, fue la muestra publica más grande de “Voguing”, una versión extravagante y estilizada de las pasarelas de moda que ha estado floreciendo desde hace décadas en Harlem y más reciente en los clubs nocturnos del centro de la ciudad.”

A pesar del tono alegre del evento, las compañías patrocinadoras solo eligieron a ciertas casas para participar en el Love Ball (House LaBeija, Omni y Xtravaganza), excluyendo a todos aquellos que usaban de nombres de marcas importantes (House of Chanel, Dior y Lauren). “House of Chanel tuvo que agregar “International” a su nombre para que se deletreara diferente y no fueran demandados”, dice Kevin Ultra Omni. David Ian Xtravaganza fue el maestro de ceremonias en el evento: “Nunca pensé que vería el día donde las casas hicieran un ball en el centro de la ciudad”. Los reporteros de la revista TIME notaron el impacto en la cultura popular del Love Ball, así como de los eventos que se organizaban en “Tracks” con House of Xtravaganza a la cabeza. “Olviden el Breakdancing” declaraba hiperbólicamente. “Adiós al Hip Hop, en los Clubs más importantes de Manhattan, en MTV y en los shows de Paris, los Ultra-Hip están Vogueando”.

Los Vogueros también empezaron a incursionar en los estudios de grabación, alrededor de 1989, cuando Willi Ninja apareció en la canción “Deep in Vogue” de Malcolm McLaren and the Bootzilla Orchestra, así como en el video musical, primero en su tipo. Ampliamente conocido como productor musical del genero Punk y Hip hop, McLaren descubrió el Vogue cuando Johnny Dynell, Dj reconocido en “Tunnel”, miembro de House of Xtravaganza y esposo de Chi Chi Valenti, le envió una copia no finalizada del documental de Jennie Livingston, con el único objetivo de ver si podía ayudar a la directora para recaudar fondos y poder terminar el documental. “Le dije a Malcolm acerca de la escena de las casas de baile porque pensé que sería algo perfecto para él”, recalca Dynell, quien se encontraba a los Vogueros y los Niños del Ball en los muelles de West Side antes de que empezara a mezclar en Tunnel, y que fue el DJ oficial del Love Ball. “Por supuesto y agrego partes del documental en la canción. ¿Que estaba pensando?”. Totalmente inmerso con la idea de tomar partes de trabajos de otras personas para que tuvieran mayor visibilidad, McLaren también reprodujo las últimas líneas de Valenti en el artículo acerca de las “Naciones del Club”, que decía: “A veces en una noche legendaria / como en los últimos minutos en Garage / cuando la gente sigue invocando a los espíritus / Escucha con atención, y oirás a todas las casas que caminaron antes.” (Dynell comenta después que ella demando y gano crédito en la canción). Como con el Hip Hop, McLaren promovió la escena del vogue como una moda alternativa que mezclaba la energía de las clases bajas con la energía de la música y el baile. “Tiene que ver con la vida diaria”, McLaren le dice a New Musical Express. “Es sorprendente, como muchos de los shows aquí en Nueva York, tienen demasiada chava sin talento que baila de forma desapasionada. Lo maravilloso del Vogue es que los que caminan, lo hacen con pasión.”

En 1989, también se produjo “Elements of Vogue” presentando a David Ian Xtravaganza hablando en una canción que tomaba las percusiones y las trompetas de “Ooh I love it (Love Break)” de Salsoul Orchestra, canción predilecta para bailar Vogue, que contenía un Pre-rap por las Salsoul Hustlers. Coproducido por David DePino y Johnny Dynell, la idea de la grabación fue planeada en la pista de “Tracks”. “David Ian y yo, celebramos un ball en Tracks”, recuerda DePino. “A este ball asistió una persona de Inglaterra, la cual inspirada en el Voguing, fue invitada al estudio por Johnny, para que me conociera, y me pidiera si pudiéramos ayudarle a producir una canción de Vogue. Todos fuimos a Inglaterra, Johnny, David Ian, Chi y yo. Eran finales de 1988.” David Ian hizo los coros: “Vogue es la última obsesión de baile / Elementos de Vogue / Haz un impresión de Malandro o Femenina / Posa en sucesión / Prepárate para tu primera verdadera sesión de Vogue.”

La cultura de los Bailes de Drag y Vogue hizo su primera gran aparición cuando en 1990, el documental de Livingstone, titulado “Paris is Burning”, (llamado así debido a los bailes organizados por Paris Dupree y la House of Dupree) empezó a ser premiado en los festivales de películas internacionales. Grabado entre 1986 y 1989, el documental nos muestra una visión exuberante dentro de la cultura clandestina de los bailes organizados por drags negros y latinos, mostrando grabaciones en los muelles, donde se reunian a practicar, además de entrevistas con Pepper LaBeija, Dorian Corey, Angie Xtravaganza entre otros. En un momento de la película, uno de los protagonistas comenta: “Tienes tres golpes en tu contra, eres negro, gay y reina drag.” Después en la película, mientras se muestran escenas alegres, sublimes y hasta cierto punto divertidas sobre los bailes, la narrativa se vuelve algo real mostrando el día a día de la vida en la calle de los personajes, como la de Venus Xtravaganza, miembro de House of Xtravaganza desde 1983, que cuenta su plan de ahorrar dinero para hacerse la operación de reasignación de sexo, trabajando como prostituta, esperando que algún día pudiera vivir como una “Chica blanca rica y mimada de los suburbios”. Lamentablemente Venus fue asesinada en un hotel de Nueva York, su cuerpo fue ocultado debajo de la cama, cuenta, con el corazón destrozado, Angie a Livingston, sobre el triste desenlace de su hija.

La teórica Judith Butler reacciono a la película, cuestionando si las reinas drags en verdad rompen los valores de género y sexualidad, comportándose de acuerdo a un performance o actuación, como una forma de identidad esencial, o si ese reforzamiento a los valores materiales y el estilo de la cultura blanca son lo suficientemente fuertes para ser repetidos entre ellas. “Venus, y Paris is Burning específicamente, cuestionan si imitar las normas dominantes, es lo suficientemente fuerte para poder ser destituidas.” debate Butler. “Cuando Venus habla de su deseo de ser una mujer completa, para poder encontrar un hombre y tener una casa en los suburbios con una lavadora, queda preguntarnos si esa desnaturalización del genero y sexualidad que ella realiza, y ejecuta muy bien, culmina en la reescritura del marco normativo de la heterosexualidad.” En otra reacción, la intelectual afroamericana Bell Hooks, argumenta que Livingston fue capaz de hacer el documental solo porque ella es blanca, con estudios y por consiguiente más poderosa que las Reinas Drag ahí expuestas. Desarrollando el ataque, Hooks agrega que: “La Blanquitud celebrada en Paris is Burning no es solo un viejo tipo de Blanquitud, sino una Blanquitud capitalista patriarcal brutal e imperial de la clase dominante, su forma de vida, y según el documental, la única forma valida y significativa de vida que existe.” Hooks también critica que los medios principales asuman que Livingston, de alguna forma le hizo un favor a esta marginalizada subcultura gay negra, al exponerlas a un público más grande, dándoles la oportunidad a estas “pobres almas negras” de realizar sus sueños, mientras ella se hacía rica. En ese momento cuando la crítica de Hooks apareció en su libro “Black Looks”, el documental había ganado el Premio del Jurado en el Festival de Sundance de 1991 y había tenido unas ganancias de 4 millones de dólares en taquillas.

Madonna también se aprovecho de la escena drag y de los bailes, aunque le dio un giro diferente. Trabajo con más capital que Livingston, produjo un sencillo y video musical llamado “Vogue” en marzo de 1990. Coproducido por Shep Pettibone, el genio que remezcla Ooh I love it, y uso los mismo patrones de las percusiones y sintetizadores que en “Elements of Vogue”, agregándole la línea de bajo de “Love is the message” junto con otros elementos melódicos de la misma canción, con la letra de Madonna invitando a los oyentes a “Hacer una pose” y “Voguear con la música”. Madonna también agrega un rap enlistando a varias estrellas de Hollywood, terminando con la frase: “Mujeres con actitud, hombres que están en el ambiente, no te quedes ahí quieto, ve por ello, no hay nada que te detenga”. Tomando la estética del Art Deco, y la era dorada de Hollywood, el fuertemente estilizado video, grabado en blanco y negro, muestra a Luis y José Xtravaganza vogueando con Madonna, en diferentes tomas, y haciendo diferentes poses, a veces igualando a los iconos ahí nombrados. Vogue fue el hit más vendido y famoso de 1990.

Madonna se metió en la escena de Vogue para poder construir su sencillo y organizar todo un elenco para el video. “La mejor amiga de Madonna, Debbie Mazar, siempre iba a Tracks y era muy amiga también de dos Xtravaganzas, Luis y Michael, quien era peinador, y le arreglaba el pelo a Debbie”, dice DePino. “Organizaron una reunión con Madonna, quien llego a ir a Tracks cuando el club estuviera cerrado y pudiera observar a varios hacer Vogue. Junte un grupo de niños para que voguearan en frente de ella, también había varios de otras casas, ya ella decidiría a quien quería para su video”. Madonna también empezó a ir a Sound Factory, donde los Xtravaganzas empezaron a bailar las noches de los sábados, en parte por la canción “Just like a queen” de Ellis D (un juego de palabras en inglés, pronunciado igual que “LSD”) producida por el Dj Junior Vazquez, en 1989. “La primera vez que vino, sobresalió” dice Vazquez. “Vino a la cabina del DJ y empezó a hablar en el micrófono en frente de mi, después de eso, vino periódicamente, por casi tres meses.” Cuando José y Luis fueron contratados como los bailarines del mundialmente aclamado Blond Ambition Tour, de Abril de 1990 hasta Agosto del mismo año, llevaron el Vogue a alrededor del mundo, y subieron más alto cuando aparecieron como co-estrellas del documental de Madonna, “In bed with Madonna” (Llamado “Truth or Dare” en los Estados Unidos). En la película, Madonna apenas se resiste a sus cuerpos flexibles, exuberancia emocional e ingenioso sentido del humor.

Aunque lograron diferentes ganancias, Madonna y Livingston fueron acusadas de saquear la cultura de los bailes drag para sus propios fines, y beneficiarse de la cultura ball y del Voguing de una forma más aprovechada que la manera en que los miembros de la misma cultura estaban siendo “ayudados”. “Madonna nunca regreso a Sound Factory después del tour” dice Vazquez. “Estaba harta del Vogue”. Mientras tanto las reinas y vogueros que habían cooperado con Livingston nunca esperaron que no recibieran ningún gesto, por tan modesto que fuese, por parte de Livingston. “Cuando Jennie llego, estábamos en un ball, en nuestra fantasía, y ella nos aventó papeles”, dice Pepper LaBeija. “No los leímos, porque queríamos atención. Amábamos ser grabados. Después, cuando nos hizo las entrevistas, nos dio unos cuantos dólares. Pero nos dijo que cuando el documental saliera nos iba a ir mejor. Habría más dinero. Me puse a pensar que con ese dinero podría comprar un coche y un departamento, o usarlo para la educación de mis hijos. Porque hace unos cuantos años, para complacer a mi mamá, tome un pequeño descanso de ser una drag de tiempo completo, y tuve una hija, ahora de 15 años, y un hijo que se prepara para ir la universidad. Pero la película salió y – nada. Ellos se hicieron ricos y nosotros no tuvimos nada.”
Tiempo después, LaBeija hizo una declaración en pro del proyecto y sus efectos laterales. “Amo la película, la veo muy seguido, y no creo que en verdad nos haya explotado”, comento Pepper en 1993. “Nos trajo fama internacional. Me encanta eso. En la calle, las personas siempre me paran, me ven. ¿Qué ese no era el sueño de toda Drag?”. Aunque solamente un pago de $10,000 dólares hubiera sido suficiente para ayudar a LaBeija a realizar su sueño de salirse de casa de su mama. La respuesta de Pepper indica que mientras en Paris is Burning se sugiere que las Reinas Drag solo aspiran a una vida de fama, dinero, ropa de diseñador y toda una vida de lujos, sus ambiciones eran más modestas. Claro, estaban atraídas a la idea de glamour, una idea que precedió a icono de supermodelo e icono pop mundial, pero mientras aspiraban a eso terminaron desarrollando un modo único de expresión que siempre era consciente de su clase trabajadora y sus raíces étnicas. Regresando a 1989, el New York Times añadió a su reporte del Love Ball: “Los Vogueros emplean agitados movimientos de manos, contorsiones de gimnasia y poses estáticas. Pero ellos mastican chicle. No parecen modelos de la revista Vogue”. Afirmando que ellos no son modelos, solo aspiran a verse como uno.

Los años siguientes, después de que saliera Paris is Burning, fueron más desalentadores. El voguero más exitoso de su generación, Willi Ninja se hizo de una carrera que incluía apariciones en bailes, promoción en clubs, grabaciones de estudio ocasionales y sesiones para enseñar a las mujeres como modelar y comportarse como mujeres. Apareciendo con sus nombres de nacimiento, Luis Camacho y José Gutiérrez hicieron equipo con Vazquez para grabar “The Queens English” bajo el nombre de José and Luis para Sire en 1993, después de eso Luis hizo una carrera como coreógrafo. Fueron muy pocos los que encontraban trabajo en ese foco de atención que brillaba por corto tiempo sobre la cultura drag. Un caso humillante, en cierta forma, fue cuando invitaron a Angie Xtravaganza a performar y posar con sus hijos en la ventana de la tienda departamental “Barneys” como tributo a la visita de la Duquesa de York. Mientras tanto, en medio del avance medio exitoso del vogue a través de los medios, se intensificaba la epidemia del SIDA dentro de la comunidad, amenazando a cada parte y estructura de los bailes drag y sus casas asociadas.

Identificado por primera vez en 1981, el SIDA tomo 8 años para reclamar sus primeras 100’000 victimas, y otros tres más para llevarse otras 100’000, después de eso otros 300’000 fallecieron en los próximos 4 años, hasta 1995, el año con la cifra más alta de muertes a causa del SIDA. Angie Xtravaganza murió el 6 de abril de 1993 a la edad de 27 años. “Ella murió a causa de complicaciones por el SIDA, tenía un problema crónico con el hígado, debido a las hormonas que llevaba tomando desde los 15 años para suavizar su piel y hacer crecer su busto y sus caderas”. Michael Cunningham dice sobre ella. “Ella vivió 10 años como su propia creación, una feroz fuerza maternal que se dedicaba a vender amor en cuartos de hotel enfrente de un bar llamado Cock Ring, que cuando llegaba a casa después de una noche de trabajo preparaba exquisita sopa para el grupo de amigos que ella llamaba hijos”. Reportando desde el memorial de su muerte, celebrado en el bar de Sound Factory, Jesse Green del New York Times señala que esa noche lo que abundo fue la tristeza. “No es solo ella, son todos ellos”, comenta Hector Xtravaganza. “Toda mi niñez gay se desvanece en frente a mí”.

Green añade que la cultura de los bailes drag se volvió víctima de su propio éxito, dando razón que una vez que la cultura popular ha empezado a copiar una subcultura que copia de ella misma, “la subcultura misma deja de ser interesante y atractiva para una audiencia mayor, y las oportunidades que pudieran crearse se secaron”. Eso propicio que el elenco de Paris is Burning, excepto Dorian Corey y Willi Ninja, exigiera a Livingston un pago total de $55,000 dólares (una cifra a la que siempre se comprometió en pagar) a cada uno de los 13 actores según el tiempo de aparición en el documental. “El dinero no solo no estaba ahí”, Corey le dice a Green. “Yo no lo hacía por dinero, siempre lo hice por diversión. Siempre lo he hecho”. Corey mostraba mayor preocupación por las reinas drag más jóvenes que tenían que prostituirse para poder sobrevivir. “Es muy peligroso para ellas, me preocupa, porque pase por ese pasado tórrido”. A los cuatro meses de esa declaración, Corey murió de complicaciones relacionadas al SIDA, un 29 de agosto, a la edad de 55 años.

Desde entonces Avis Pendavis (1995), David Ian Xtravaganza (2001), Pepper LaBeija (2003), Willi Ninja (2006), Octavia St. Laurent (2009) y Paris Dupree (2011) han fallecido, la mayoría por complicaciones relacionadas al SIDA, algunos de causas sin especificar. El fallecimiento masivo de las madres y padres de las principales casas que aún quedaban, ha generado la impresión, como Green dice en New York Times, que “Paris ya no arde, Paris se ha quemado.” Aun así es esperanzador, que a pesar de la historia del “SIDA= Muerte de lo Queer” y las terribles consecuencias que han traído a los integrantes de los bailes Drag, la ayuda que se ha demostrado dentro de la comunidad ha sido tan fuerte que penetro hasta la estética radical y política de “Act-Up”, la campaña que presiono al gobierno de los estados unidos a actuar de manera más decisiva sobre temas relacionados con el SIDA, con gran presencia de reinas drag y elementos de la cultura en las poderosas marchas organizadas por ellos.

La escena de los Ball floreció en un periodo que seguía a las expectativas creadas por Livingston y Madonna. Antes de Paris is Burning, habían 27 casas activas en Nueva York, dice a Gay City News, Christina Marcel LaBeija, abuelo de la casa de LaBeija, en el 2003. Un año después había 70. Mientras tanto, Iván Monforte, especialista en un centro de salud local, dice que la organización “Gay Mens Health Crisis” fundo en 1990 la House of Latex, con el objetivo de atacar el VIH/SIDA a través del baile y la organización de un baile anual en al Roseland Ballroom. “Conocido simplemente como “The Latex Ball”, con un total de 5,000 personas de asistentes, funciona como la ceremonia anual de los premios de la Academia para la comunidad de las casas y los balls”, dice Monforte. “Los premios se dan a los miembros de la comunidad por sus contribuciones a la escena y por sus esfuerzos por la lucha contra el VIH/SIDA, dentro de la comunidad”. El Vogue sigue siendo una baile difícil, y su demanda ha sido aminorada en comparación con el igualmente difícil Breaking, donde sus miembros nunca han superado el estigma alrededor de lo gay y queer que hay en el baile, al momento de promoverlo. Aun así el vogue, vive en los clubs de bailes, los bailes drag y las casas, dejando a un lado a aquellos que dieron por hecho que la combinación de exhibición excesiva, comercialización desmedida y la crisis del SIDA, lo dejarían muerto en 1990.

“La gente no entiende la importancia de las casas”, dice a Village Voice, Andre Collins, DJ de Warehouse en el Bronx, un lugar donde se vogueaba a finales de 90s. “Piensan que se terminó con Paris is Burning. Aquellas leyendas: Paris, Pepper y Dorian, son importantes, pero lo que nadie se da cuenta es que el concepto se ha pasado de generación tras generación”. Si nos remontamos al siglo 19, las reinas drag llevan retando al conformismo, desde el instante en que se visten y bailan como ellas quieren, como una libertad básica, y que todo esto no iba a parar porque una película no les pudo dar fama a unas cuantas reinas drag, o porque el SIDA atormento a las casas alrededor de 15 años. “Tienen que darse cuenta, siempre ha habido una necesidad de las personas gay para tener unidad. Varios niños y jóvenes homosexuales, han sido excluidos, echados de su casa y olvidados por sus familias, varios de ellos ahora están sin techo y luchando por sobrevivir. No saben cuánto talento y habilidad tienen por desarrollar. Si entran a una casa, tienen ese sentido de pertenencia y pueden ser parte de un equipo”, agrega Collins.

En 2006, Kevin Ultra Omni codirigió “How do I look?”, un documental creado por la comunidad que pretendía: “Poner en orden algunas discrepancias creadas en “Paris is Burning”, según palabras del mismo Kevin. “Jennie Livingston solo mostro a reinas drag hablando de operaciones de nariz y comiendo hamburguesas, pero nunca toco el tema de VIH o el SIDA. Nuestra película muestra a las Femme Queens (Mujeres trans) que fueron a la universidad. Una trabaja actualmente en Washington DC y reabrió House of Christian. Es una enfermera titulada, y va por el doctorado en ciencias de la salud”.
¿Qué hubiera pasado si las reinas hubieran sabido desde un principio que la sociedad las iba excluir en el momento que se asumieran con poder? ¿Eso hubiera causado que dejaran de vestirse los sábados en la noche? A los críticos no les importo pensar que formo y apoyo a desarrollar la cultura de los ball, que ellas siempre supieron que no eran lo suficientemente real y que se tenían que hacer pasar por aquello que estaban imitando, que sabían desde un principio de las pocas o nulas posibilidades que tenían para poder desarrollarse y desenvolverse dentro del mundo actual. El ideal siempre fue socializar, divertirse y sobrevivir, porque esa era la única vida que tenían enfrente y era la única que podían vivir. Aunque eso no anula el poder mediático que se le dio en 1990-1991, desde ese entonces la cultura de los bailes nunca pudo ser la misma: subcultural y alternativa. Omni dice que actualmente en los balls los hombres superan en relación 3 a 1 a las drag queens, en parte, porque las ahora exreinas drag han tenido operaciones, y como mujeres no les importa más participar en categorías de drag. Nuevas leyendas están forjando su reputación, dejando a las leyendas pioneras como una inspiración para las demás. Como dice Valenti: “Escucha bien, y podrás oír a las casas que caminaron antes.”

¿Para qué seguir Vogueando?


10 de Noviembre de 2017
Por House of Apocalipstick


¿Para qué seguir estancados? Se baila para seguir en movimiento, avanzar y no quedarse en estancamiento, corporal y emocional. Se baila usando el cuerpo regido por las emociones, con el fin de desahogarlas, de externarlas, desbordarlas del cuerpo generando un impacto que cambien el espacio y tiempo, sea permanente o efímero, produciendo un cambio.

Un cambio que varía dependiendo la técnica, y dependiendo el estilo, por eso existen diversas formas de baile, siguiendo lenguajes, contextos y tiempos diferentes. De lo sutil y suave como las danzas clásicas, o las feroces y más carnales como las danzas urbanas. Ambas de nacimientos completamente diferentes, las urbanas nacen como respuesta a una necesidad de cambio, a una rabia, una necesidad de incidir y cuestionar, una forma de mostrarse inconformes hacia lo que nos oprime. Inconformidad hacia la familia, la sociedad, inclusive hacia uno mismo. No estar de acuerdo con algo es parte necesaria de avanzar y de crecer, como persona, familia o sociedad.

El voguing entra, rompiendo esquemas, tanto de baile como de género, de construcciones sociales como la familia, y la supuesta naturaleza humana. Aquí al parecer nada es natural, pero al contrario, qué más natural que seguir la voz propia, seguir los modos y las formas de ser de uno mismo, en el voguing yo soy lo que quiero ser, lo que me atrevo a imaginar dentro de las reglas de la categoría inscrita en la narrativa del bailongo.

Si se es femenino o masculino, esas son actitudes que nos ayudan a construirnos, aquí mas bien nos deconstruimos para formar y elaborar una forma de ser no estancada en dos bandos, sino la forma de ser que me define como la persona que soy, única y diferente, mi propio género.

Mediante cinco elementos el voguing nos permite narrar, siendo la cadera la base de todo movimiento, se camina con gracia y ferocidad, como si estuviéramos en una pasarela, demostrándoles a todos lo que soy, con actitud y magnificencia poso hacia los demás, como carta de presentación, pero a la vez como advertencia. Las manos, su juego y ejecución, señalan mis virtudes, pero sobre todo remarcan mis cicatrices, cuentan mi historia, de donde vengo y hacia dónde voy. Agárrense que voy con todo, mis manos giran y señalan mi cuerpo a toda velocidad. Las piernas son nuestra base, muestran nuestras raíces, al caminar y brincar en cuclillas, les hago saber a todos que mi pasado no fue tranquilo, mis raíces son agresivas y mis historia es agitada, aún así mis cimientos son sólidos, mientras una pierna se levanta y la otra suelta el piso, con la fuerza de un cosaco ruso, trato de intimidar a todos. Siempre llega el momento en el que hay tocar fondo, en el suelo podemos aprender desde otro punto de vista, girando y pataleando, dando a entender que aunque queremos crecer nunca debemos olvidar de dónde venimos, abrazarlo, acariciarlo y ejecutarlo con gracia, sencillez y gratitud, el suelo toca y nos roza por completo, y hay que demostrarle lo que somos.

Levantarnos, girar y en uno, dos, tres, cuatro, caer, con sutileza y ferocidad, agradeciendo, mostrando un poco de humildad hacia los demás, agradecerles que gracias a esa hostilidad, la misma que te tiro, te hizo cambiar y seguir desarrollándote, aquí las caídas son constantes y cada una nos da el coraje suficiente para seguir creciendo, para después volver a caer, y así volver a levantarse con aun más fuerza. En el voguing no se teme a las caídas, uno se cae con gracia, porque lo más importante es seguir adelante para que cuando sea el momento adecuado: Uno, dos, tres, ¡detén tu pose ahí! Mostrando a todos, no el resultado final, sino una versión más fuerte, feroz, y sobre todo, más fiel a uno mismo. El voguing nos ayuda a entendernos, como personas, únicas e inigualables, desafiando el género más allá de los estándares opresivos.

Tríptico del Apocalipstick


En Boga I

Vycktorya Letal

Arde la Pista Cabello y pisadas de lava,
Dramatics
Calor que desde mis entrañas desborda,
Femme
Arde conmigo,
Old way
Estira la mano y golpea el cielo
Flex
Raya el tacón en la duela
Spin
Sacude el cuello
New way
Sonríe a carcajadas
Dip
Sostenla, deshazla, estalla la pose
Deténte ahí
Hold that pose for All


Let’s have a Kiki

Cesar Cañedo

a Franka Polari

Uno uno uno uno unolabro la noche con mis beats y manos
bufecoreando, hermanas, la caída,
chasco los dedos de afinar las líneas
giro en mi misma la confianza pródiga
de vomitar a toda inventadísima
en el danzante Vogue Apocalista.
Revelo el fin de todo lo fijado
del odio y estereópito falínico,
pasarelo gallarda y loca plena
con mirada Chanel manocintúrica
que vaivena un final risaperreante.
Congratulo el sabor de arrasaposa
con ritmo de las cuerpas abiertónicas
torcierndo lacios pasos taconidos.
Dos dos dos dos dos
Deten tu pose manotea el sentido
pelea tu suerte de mujer rabiosa
retráete, perra, te conjuro al suelo
y reza el piso de tu himno fémino,
cae y vuelve a caer, no te levantes
que desde abajo pega más el lodo,
taconamística el andar de pato
y abre las piernas torcidamenazas
para batallas accionar con garras.
Sorbe ese beat y vuélvete maestra
de la frialdad escudo en una estatua
que elegantizas de segura Diosa.
Pule tu rostro delicado y mísero
en cada manoserpentear el aire
víboramira a la rival en turno
vuélvele polvo el coño con tu baile
devoralísale el peinado insulso
vúlvale el ritmo de bailar torcida
hazla que pague caro el no ser perra
dale perlas y cerdos, sé el chiquero
donde se fundan de labial y rímel,
pélale el cuerpo con piruetas bravas
muérdele el rabo con siluetas mántricas
cázala bruja con tu risa sáfica
trenza sus sueños con tu instante pose
coronallévate la noche negra.
¿A qué hora vas por las tortillas, perra?
para cobrarte el aire que respiras.
Taconiclávale la cruz de Crista
para que gima de placer voguero
y frena todos tus impulsos púbicos
al sonar la trompeta de la bestia
que reclama el final de un baile orgásmico
que santifica esta batalla femme.
Tres tres tres tres tres
Congelarítmate de drama espejo
para corona estrella de tus pechos
de Virgen leche en el juntar las manos
que condenó la esencia a no ser pulcra,
“santificado tu rencor nos guarde
de ser abyectas por los siglos poses”,
frenar en seco y resetear la mancha
pausar la rima y habitar la pausa
y proclamar dignífica en la pista
la triunfal posemística detente.


三句のヴォーギング

Franka Polari

I

Magia en la pista,
la llama te visita:
Apocalipstick.

II

¡Gatos y manos!
Arrasa, goza, posa
tu dip en el piso.

III

Ella representa
la garra de su casa:
nace leyenda.

Voto de Franka Polari


Madre Fundadora de House of Apocalipstick

Yo, Franka Polari, me congratulo de recibirte en los rangos de House of Apocalipstick. Me comprometo a otorgarte algunas de las cosas más valiosas para mí: Tiempo, memoria y palabras, para acompañarte en tu proceso, para que encuentres tu voz propia dentro del Ballroom, no sólo tu estilo y tu nombre, sino también el significado de bailar en comunidad.

"Una vez Apocalipstick, por siempre Apocalipstick", es lo que solemos decir en la casa. Hoy te recibo con alegría, mañana tal vez partas para encontrar otro camino, también lo aceptaré con dicha, pues sé que las cosas son inmanentes en este mundo transitorio. Si partes de la casa con encono, en silencio, dando la espalda a nuestros valores, espera de mí cortesía, pero no que te vuelva a recibir en la casa o a tenerte estima.

No soy tu maestra, más bien espero que me enseñes, que me hagas ver el mundo a través de tus ojos, de tus experiencias e ideas. Que tus palabras me den piso y me hagan mirar al cielo. Que en tu memoria resuenen mis actos y te inspiren a tender la mano a las siguientes generaciones, aquellas que heredarán un mundo apocalíptico.

Muchas son las hijas que beben mi leche amarga, que abrazan el camino que forjé entre burlas y desprecio, que adornan sus poses al ritmo de mis cánticos; éstas son tus hermanas, hagan de la amistad una forma de vida, aprendan a morderse sin sangrarse, a besarse sin conformarse, a amarse sin lastimarse.

Serás una llama del Apocalipstick, terror de las buenas conciencias, hechicera de la pista de baile, azote de las adocenadas y heteromermadas. Que se incendie el mundo con nuestras flamas.

Perras Profanas del Apocalipstick


Rimas para las llamas del Apocalipstick


Perras profanas del Apocalipstick,
Vengo Represento, Apocalipstick.
(x2)

Yo soy tu mami Franka Polari.
Franka te entrampa, te pone en la balanza.
Franka te canta, celebra tu danza.
Franka sin karma su mantra te lanza.

Mi hermana la triunfona, Vyktoria Letal
Diva de Burlesque, Estrella de Arrabal.
No la confundas su pose es mortal.
Furia Apocalipstick, Victoria​ Letal.

Baila Moztro con mucha rebeldía,
expresa toda tu furia creativa,
tranquilo en estilo tan fino con tino:
Baila Moztro, Madre Apocalipstick

Es la princesa que reina en Monterrey
Pedera y sensual, peligrosa Perlette.
Dominante e incisiva, su pose la ley.
en la Sultana la reina es Perlette.

Mantiz, Heredera Apocalipstick
etérea guerrera, dramática y sensual,
con tempo su danza, pelazo gestual.
Heredera Apocalipstick puro carnaval.

Desde la academia directa te amarra
Pura diplomacia, dile que te falta
Fuca te la canta, Fuca no se cansa.
Diplomas e idiomas, Fuca Apocalipstick

Escucha como Falula ninguna,
es torpeza y belleza, es pura realeza
sombra de Bruja, le aulla a la luna
¡Culera! Como Falula ninguna.

Hocus Pocus en las rimas furiosas,
tretas y trucos de brujas peligrosas
te hechizamos mientras posas.
Somos lamias poderosas.

Perras profanas del Apocalipstick
Vengo Represento, Apocalipstick
(x2)
Jota Poeta, Cuba Apocalipstick
Exhibe pasiones, sensuales fricciones
de rimas profanas, candentes confesiones:
poesía torcida de Yegua Apocalipstick

Apunta y dispara, Pistolero Apocalipstick
cirquera caótica de rima mágica,
es lujuria blasfema que te hechiza su lírica.
Apunta y te gana, Pistolero Apocalipstick.

Ultra de románticas pasiones,
gestos dulces, suaves combustiones.
Ella te hipnotiza. Ultra se cotiza.
Ella no va a misa. Ultra Dramatiza.

El/ella es Eterna, bebé radical
machitos a un lado que va a modelar
con su pasarela los va a-asesinar
deviene cualquiera, eterna inmoral.

Fuego y canela, él es Papi Pussy,
juega con dinero, posa con su Gucci
tiene a su chaka Cursi en el Jacuzzi,
tiene candela peligrosa como Uzi,

Te metes con la casa te quemamos el cantón
(x3)
Hocus Pocus en las rimas furiosas,
tretas y trucos de brujas peligrosas
te hechizamos mientras posas.
Somos lamias poderosas.

Perras profanas del Apocalipstick
Vengo Represento, Apocalipstick
(x2)

Chica, Chica, Chica Xicali,
báilale, pósale, chica guerrera,
gózale, gánale, danza de primera,
es bruja unicornio, Xicali no exagera.

Lilo es bizarro, estrafalario
psicodélico e impulsivo.
raro muy raro, alegre es su estilo
lascivo y festivo, lisérgico es Lilo.

Zafiro al tiro es paciente,
valiente y también estridente,
la loca del bat ¡ella es todo un cristal!
Zafiro, te miro en la pista eres brillo y dominio.

Aquí está tu Néctar se sirve en el caos,
pasión en la pista, artista que conquista
Él vive en el drama te lleva a la cama:
Néctar te conecta con la trama que proyecta.

¿Hablas Mierda? Nosotras hechizamos.
¿Hablas Mierda? Nosotras hechizamos.
Te leemos, te cantamos,
te vendamos, te entregamos,
te acabamos, arrasamos.

¿Qué se siente? ¿Qué se siente?
Estar rodeado de mi gente,
Apocalipstick está presente,
es mi Casa también un puente.
Apocalipstick es mi gente.
Apocalipstick está presente.

Hacemos magia resiliente, pura bruja resistente.
¡Y tú!: ¡Mientes, y mientes, y mientes, y mientes!


Elementos de Vogue



Marcos Becquer y Jose Gatti


Puedes no aprobar el Oriente pero es la mitad del mundo
y es de donde viene el spaghetti


Si … una mujer común quiere que su esposo le compre
un equipo de lavado y secado… Tendrá que ir a la cama con él, de todas formas,
para darle lo que
él quiere para obtener lo que ella quiere Entonces, a la larga, todo resulta igual
Venus Extravaganza Paris is Burning
Voguing —el capricho del baile, la práctica (sub)cultural— no es el objeto de este ensayo; en su lugar, designa un conocimiento práctico contiguo al nuestro. Como tal, nuestra preocupación no es definir el voguing, sino elaborar sobre las relaciones entre algunos de los discursos implicados en este como acto. Las varias representaciones del voguing en películas y videos recientes —particularmente Paris Is Burning de Jennie Livingston, pero también en Vogue de Madonna y Tongues Untied de Marlon Rigg, entre otros— permiten nuestra propuesta, no tanto porque reflejen sin problema el vogue, sino porque inician sus propios discursos (teorizaciones) sobre él. Entonces, dan pie a la crítica que marca el voguing como sitio de intersección para las categorías de raza, clase, género y sexualidad.

Voguing puede describirse brevemente como una danza que se practica de forma casual, en lugares de reunión como el puerto de Greenwich Village (mostrado en Tongues United), en clubes nocturnos e incluso en vagones de metro; también con más formalidad, en eventos llamados balls (mostrado en Paris Is Burning), donde sirve como medio de desafío entre diferentes “casas” (o “pandillas”) de gays jóvenes, pobres, negros e hispánicos. En los balls, los vogueros compiten por ser la “realeza” en distintas categorías; por ejemplo, “realeza Banjee”, “realeza Ejecutiva”, moda parisina, “realeza de cuerpo delicioso” e incluso “reina macha primera vez en drag en un ball”. Como lo descifra Willie Ninja, un voguero caracterizado en alguna de las películas o los videos antes mencionados, voguear combina poses de revistas del mismonombre, movimientos de breakdancing, y gesticulaciones representadas en jeroglíficos egipcios.  Voguear, entonces, articula, en una forma particular, prácticas discursivas usualmente asociadas a distintos contextos sociales, históricos y étnicos. Por “articulación”, aquí, nos referimos a la práctica que habla sobre y vincula un  grupo  de  elementos,  cuyas  identidades  históricas  cambiantes  se  modifican  en  el  proceso  de  ser articuladas.


Trabajos recientes que lidian con políticas de identidad usan el concepto de “hibridez”, en un esfuerzo por destacar la no esencialidad de articulaciones compuestas como el vogue. Estos trabajos forman parte de un proyecto crítico que es contestatario, mediante la celebración y radicalización de lo híbrido, de las nociones esencialistas de la identidad étnica y cultural.  Pocos, o siquiera alguno de ellos, no obstante, se dirigen directamente o critican el bagaje ideológico detrás del concepto de hibridez.

Etimológicamente vinculado a la cría de animales y la agricultura, por ejemplo, la hibridez puede (y generalmente ocurre) presuponer el origen “puro” de elementos —eso es, sus identidades esenciales fijas— anteriores a su hibridación. Como una de las definiciones fundadoras en el Webster’s Dictionary clarifica, un híbrido es “un producto de dos animales o plantas de diferentes razas, variedades, especies o géneros”. Por ello, la hibridez puede no implicar el borrado del esencialismo en la descendencia híbrida tanto como puede aplazarlo, de forma meramente temporal, en los padres que han sido discretamente clasificados en las categorías de “estático” u “homogéneo”.

Aún más, esta referencia más o menos directa a los padres e hijos amenaza por reforzar el esencialismo último de la diferencia (de) sexual(idad), aún si resalta la heterogeneidad de la identidad étnica y cultural. En este sentido, la hibridez alberta el peligro de contribuir a la hegemonía de la metáfora heterosexual, que también informa numerosas, y usualmente citadas, teorías de la naturaleza y de relaciones materiales. La lógica específica implícita aquí, que dos entidades contrastantes “vienen juntas” para producir una tercera, se enmascara tanto como universal cuanto transhistórica. Es afín a lo que Foucault ha llamado “la lógica magra de la contradicción”, una noción aristotélica que ha disfrutado prominencia especial desde el siglo XIX, y de la cual él encuentra evidencia que parece naturalizar no sólo concepciones dominantes, y teológicas, del progreso y la evolución (que también están relacionados a nociones eugenistas de pureza étnica y cultural), sino también consideraciones totalitarias y reduccionistas de los mecanismos de lucha que privilegian el conflicto como el medio del cambio. La prevalencia de teorías de desarrollo histórico y transformación social, basadas, en esta lógica, no dudan en jugar un papel de mantener las formas jerárquicas contemporáneas de subjetividad.

Entonces, mientras no rechacemos el conflicto como una forma de lucha, cuestionemos su estatus epistemológico privilegiado en el actual régimen dominante de verdad. Es nuestro argumento que las relaciones de poder implícitas en el voguing exceden lógicas autotélicas de contradicción y síntesis, y que desafían la hegemonía de la que disfrutan esas hetero-lógicas. Ciertamente, considerando el tema que ocupan las posicion(alidad)es de los practicantes (sub)culturales vogueros, y a quienes adoptan (y critican, pero simplemente no contradicen) mientras atraviesan sus sexualidades, géneros, razas y clases en su actuación, sentimos el llamado por una comprensión más matizada de los procesos y las estrategias de resistencia. Aquí yace la importancia del voguing (y articulaciones similares) en el proyecto del pensamiento de lucha.

Como una caracterización político-estética de discursos articulatorios como el vogue, el concepto de sincretismo puede ser más sugerente que la hibridez. Aunque ambos términos usualmente se usan de forma intercambiable, queremos remarcar algunas diferencias importantes entre ellos. La etimología de “sincretismo” apunta a la articulación táctica de diferentes elementos, ejemplificado en Plutarco por las comunidades de la Creta antigua que, pese a sus diferencias, se unieron para enfrentar un enemigo en común. Así, el sincretismo destaca el paradigma político —más que el (anti)natural— de articulación e identidad, bajo el cual los habitantes de distintas facciones en Creta, en vez de formar un todo homogéneo, formaron un frente heterogéneo de distintas comunidades con relaciones alteradas entre sí. Como tal, la alineación discursiva implícita en el sincretismo se mantiene contingente a las relaciones de poder y es sujeta al cambio según la especificidad histórica; a los elementos unidos en el concepto se les niega una “necesidad de pertenencia” a priori, y están imposibilitados de cualquier sentido de rigidez originaria tanto de sus identidades cuanto de sus relaciones. En esta materia, el sincretismo designa la articulación como un modo  politizado  y  discontinuo  de  ser.  Esto  implica  la  coexistencia  “formal”  de componentes cuyas identidades precarias (ej., parcial opuesto a imparcial) son mutuamente modificadas en su encuentro, pero cuyas  diferencias  distintivas,  como  tal,  no  están  disueltas  o  elididas  en  estas  modificaciones,  sino estratégicamente reconstituidas en una guerra continua de posiciones.

En la medida que el sincretismo represente sus las fronteras permeables de sus elementos, la eficacia   política   y   metodológica   de  relaciones  estrictas  de  contradicción/complementariedad  entre identidades, presentadas como fijas (como, por ejemplo, modelos dominantes de heterosexualidad y/o dialécticas objetivas —que usualmente funcionan como estructuras ciñendo para subordinaciones sociales), pueden ser radicalmente cuestionadas. Es este desafío relacional implícito que distingue dramáticamente el sincretismo de la hibridez, así como de la síntesis. La última son las características privilegiadas de un sistema  cerrado,  en  el  que  elementos con identidades dadas como diametralmente distintas chocan, y definitivamente resuelven su contraste en la (re)producción de una “unidad superior” externa a ellas. En primer lugar, esta resolución es, por supuesto, garantizada por la diferenciación “pura”, positiva, de los elementos; por ejemplo, la externalidad en la relación entre cada uno y la su internalidad hacia el sistema que asigna y contiene sus identidades. Como momentos de resolución en el sistema, la hibridez y la síntesis potencialmente disimulan y dejan pasar asimetrías de poder contingentes, que engendran y particularizan la lucha. El sincretismo, por otro lado, señala no el telos preordenado de una unidad redentora superior, contenida dentro de una diacronía auto desplegada, sino de un intercambio historizado entre elementos, basado en el juego complejo de diferencias y afinidades en un deseo colectivo de hegemonizar.
No obstante, el concepto de sincretismo ha sido usado de diferentes maneras desde que Plutarco escribió la historia de los cretenses. Durante el periodo de expansión del colonialismo europeo, por ejemplo, cuando la etnografía se usó para describir a la gente colonizada, el sincretismo definió una etapa de la evolución (progreso), sirviendo para explicar la forma en la que sociedades “incivilizadas asimilaban” culturas más “avanzadas”. Así, los etnógrafos, siguiendo la tradición establecida desde la contra-Reforma, etiquetaron como sincréticas las prácticas religiosas que articulaban los símbolos de diferentes religiones en iconologías complejas. Aquí, mientras el sincretismo se reducía a un momento “transicional” dentro del progreso estadista, un cambio psicologista se impuso, adicionalmente, sobre el significado —un cambio que, tomando como base la racionalidad del (sub)desarrollo, representó las dialógicas entre culturas en términos de contra-lógicas. Por lo tanto, era típico —y paternalista— asumir que los colonizados, intentando frustrar las prohibiciones religiosas de los colonizadores— simplemente disfrazaban sus propias deidades con avíos (culturalmente contrastantes) de la iconografía europea. Ejemplos clásicos de dichos sincretismos incluyen la patrona de Cuba, la Virgen de la Caridad del Cobre, tambien conocida como la diosa Yoruba Oshum; San Jorge, que en Brasil se conoce como Ogum, el dios guerrero de África Occidental.

Construcciones  explicativas,  como  la retórica del disfraz, y su justificación como “desarrollo” hablan de la centralidad de (y una ansiedad sobre) el concepto de autenticidad en la producción etnográfica del  otro.  Bajo  la  égida  del  modelo  largamente  sedimentado  de  la  contradicción  y  su  reificación  de diferencias concomitante, la efectividad persistente de dichas racionalizaciones es, sin duda, asegurada por su habilidad tanto de mantener lo que és y lo que no es —en este caso, el Europeo (ser/no ser)—, cuanto de regular qué puede y no puede lograrse en el estatus de “correspondencia simétrica”. Dicha vigilancia crítica de diferencia e identificación no sólo (re)erige la oposición binaria de dos términos; también, claro, (re)instituye la subordinación del segundo al primero, asegurando el valor de, y el medio por el cual, localiza al otro “auténtico” o “puro”. Así, bajo el esquema representacional (y reforzado por la privilegiación de lo Eurocéntrico en lo visual como conocimiento no cuestionado), las semejanzas entre las tradiciones y los accesorios  de ciertos íconos en los panteones sincréticos fueron, por ejemplo, asumidas “por sentido común” como representantes de las “motivaciones” detrás de los sincretismos. Mientras tanto, lo que pudieron ser conexiones más sutiles y complejas, así como articulaciones badas en, digamos, principios teocráticos,  teosóficos  y/u  otros  de  tipo  político  religioso,  fueron  ignorados  como  irracionales, contradictorios o intelectualmente inaccesibles al (aún) otro subdesarrollado. No obstante, los sincretismos continúan desafiando la estabilidad “trascendente” de los conceptos como identidad y diferencia. En Cuba, así  como  en  partes  de  Brasil,  por  ejemplo,  el  poderoso  Shango,  dios  de  la  justicia  y  el  trueno,  es sincretizado con Santa Bárbara —un evento que confunde, incluso en un nivel visual, tanto la regulación de la identificación y el mantenimiento de diferencia entre términos de las nociones fijas tradicionales de género (tanto en Europa cuanto en África).

Ha sido significativo por una nostalgia etnográfica, cada vez más fugaz de “pureza” cultural y étnica, que el sincretismo ha ganado un peso derogatorio, distanciándose de su etimología. Los efectos ideológicos de esta operación, por los cuales las tecnologías del (post)colonialismo han vaciado el concepto de su contenido político en una maniobra retórica —aludiendo al alineamiento y a la resistencia como contradicción—, se hacen evidentes las definiciones de diccionario recientes sobre el sincretismo: “compromiso flagrante en religión o filosofía; eclecticismo que es ilógico o lleva a la inconsistencia; aceptación no crítica”.

En la diáspora africana, las respuestas a estas distorsiones colonialistas son variadas. Por un lado, hay algunos intentos de proponer alternativas al sincretismo como herramienta analítica. Por mencionar una reciente, el académico brasileño Muniz Sodre ofrece el concepto de “plasticidad” como uno con las características distintivas de los sistemas religiosos y culturales de África Occidental, manteniéndolos en una interacción abierta de diálogo. Esta plasticidad, sugiere Sodre, ha sido “usada como recurso por un continuum africanista en exilio”, tanto para supervivencia cuanto adaptación. Por el otro lado,  una literatura diaspórica vasta (así como filmografía) también se ha apropiado del sincretismo, simplemente haciendo a un lado los estándares de autenticidad y bagaje de contradicciones (ilógicas, primitivas), marcados por su uso dentro de la etnografía colonialista. Mientras nosotros mantenemos la designación de prácticas culturales y/o religiosas —ej. las mencionadas anteriormente— como “sincrética”, abogamos por una repolitización del concepto —que puede lograrse no sólo volviendo a trazar la etimología de la palabra, sino también problematizando su despliegue histórico.

Por lo tanto, proponemos una reinscripción del contacto entre, por ejemplo, sistemas simbólicos Europeos y Africanos, en articulaciones sincréticas, no como contradictorias sino como antagónicas; i.e., en relaciones animadas por la presencia parcial del otro dentro del ser, de tal forma que la identidad diferencial de cada término  es  al  mismo  tiempo  habilitada  y prevenida  de  una  constitución total. Estas relaciones, que, dependiendo  de  sus  configuraciones  de  poder  en  condiciones  históricas  contingentes,  pueden  o  no cristalizarse en oposicionalidades, existen tanto de forma horizontal (en alineaciones equivalentes entre diversos grupos unidos por una causa, como el ejemplo de los cretenses), así como de forma vertical (en confrontaciones dominante/subalterno, como el colonialismo). Una relación antagónica, entonces, indica los límites de concepciones absolutistas de cultura basadas en un sistema cerrado de diferencias puras, heterotópicas, y que, en consecuencia, expanden las lógicas de lucha.
Las relaciones sincrética son, en este sentido, transversales a un movimiento doble de alianza y crítica. El sincretismo no involucra “compromiso flagrante” (en última instancia, una transposición de la lógica de contradicción a una transacción cuantitativa), ni a una “aceptación no crítica” (i.e., inclusión pluralista), sino a un proceso que articula elementos de tal manera que modifica su inteligibilidad y transforma sus espacios combinatorios. Los jeroglíficos egipcios, por ejemplo, identificados por Willie Ninja como un elemento de vogue, pueden verse como una aserción de la herencia reclamada por el africanismo en la diáspora. En efecto, la parafernalia que rodea a los vogueros entrevistados en Paris Is Burning a veces incluye cabezas egipcias doradas —recordatorios de un orgullo por el pasado africano, así como indicio de estándares no-blancos de belleza. Al mismo tiempo, no obstante, esta apropiación estética también conecta el voguing con la tradición gay (blanca) de auto-exhibición mediante lo “exótico”; por ejemplo, mediante lo que es, literalmente, fuera de visibilidad. Michael Moon sugiere que las narrativas orientalistas han tenido especial resonancia para las audiencias gay sujetas de opresión homofóbica; la extravagante recreación de estas narrativas han permitido a los gays, en cambio, organizar presentaciones de resistencia  política. Las películas de Jack smith, en particular Flaming Creatures, son ejemplos para Moon de este tipo de reapropiación que, escribe el autor, “impulsaron innumerables erupciones, en pequeña y gran escala, de rebelión queer …” Por ello, dos discursos aparentemente separados (y frecuentemente considerados “opuestos”) se sincretizan en el voguing: aquellos africanistas y aquellos de las luchas gay. Estos elementos se engranan, para usar la expresión de Clyde Taylor, en una “epistemología clandestina”, donde conocimientos oposicionales, dispersos en un campo en donde el efecto de dominación los separa y subordina simultáneamente en formas históricamente específicas, pero continuas, logran encontrar conexiones que estructuran y retan la hegemonía.

Mediante el breakdancing, el voguing establece otra forma dentro de estas conexiones: aquella entre gays negros e hispanos con la cultura de hip hop, que emergieron en el Bronx del sur en la década de 1970. Escribiendo sobre el movimiento de hip hop “Zulu Nation”, Dick Hebdige lo ve como “golpeada en una tradición que valora la destreza física y verbal”, y que es “abiertamente comprometida a la sublimación de la pelea en baile, del conflicto en concurso, de desesperación en estilo, y un sentido de auto-respeto. Esta descripción, que asombrosamente recuerda el espíritu de los bailes, alínea el hip hop y el voguing con una tradición diaspórica africana, que incluye concursos de baile limbo en las Indias Occidentales y las artes marciales del capoeira en Brasil. Voguear, sin embargo, multiplica los frentes de lucha en alineación, reposicionando el breakdancing dentro de una historia emergente de orgullo gay negro e hispano; de ese modo, criticando ciertas corrientes (hetero)sexistas dentro del hip hop. En consecuencia, la articulación sincrética muestra implicaciones no sólo de destruc(tura)ción o de aceptación no calificada de discursos anteriores, sino de (re)estructuración.

Tensiones antagónicas y afinidades similares también surgen entre vogueros y las actitudes sobre la moda. En Paris Is burning, se puede ver como la transexual pre-operada Venus Extravaganza subrraya las tensiones entre las representaciones esencialistas de revistas de moda sobre las mujeres, estableciendo las bases de un personaje construido de su propia comprensión como mujer al interpretar. Al mismo tiempo, no obstante, los planes de estrellato de Venus (como modelo) y/o su “normalidad” (como esposa de suburbios) también refuerza sus afinidades con “la multiplicación de personas en un único ser que”, según Roland Barthes, “es siempre considerado por la Moda como un índice de poder [de la mujer]”. En este doble movimiento, entonces, Venus “deforma” las representaciones dominantes de la mujer-como-esencia, pues remoldea el concepto de mujer en lo que puede llamarse mujer-como-posicionalidad. Venus es, así, articulada como “mujer” de tal forma que modifica tanto los elementos articulados —concepto de mujer, y su propia subjetividad—, cuanto de los discursos en los que ahora (y anteriormente) se posicionaron.

En consecuencia, el sincretismo de, por ejemplo, jeroglíficos egipcios, movimientos de breakdancing y poses de revistas de moda demuestran cómo sexualidad, género, clase y raza se (re)colocan en el voguing. Un espacio está, de esta forma, abierto donde diferentes formaciones discursivas pueden formar alineaciones estratégicas no esperados de significados que, no obstante, permanecen distintos.

En este sentido, podemos revisar el estado de las relaciones entre el vogue y los medios de comunicación. Tanto Paris Is Burning cuando Vogue de Madonna, casi de forma narcisista (en la medida que los medios, aquí, suponen la importancia de su propio impacto), acentúan la “influencia” de los medios en los voguers. El popurrí de íconos de Hollywood en el video de Madonna, tipificado por la línea “Rita Hayworth sirvió rostro”, aclama el voguing como el siguiente paso en una línea continua de la utopía del glamour (¿personificada por Madonna misma?), pero glosa sus posiciones en las tradiciones de resistencia, fuera de Hollywood y su entorno, al que nos referimos. Paris Is Burning, por lo demás, presenta a los voguers como sujetos que, aunque engañados por la ideología mediática, terminan por subordinarse en la euforia momentánea de la inversión carnavalesca.

Pese a esta representación, los voguers parecen más activos y conscientemente autocríticos de las exclusividades raciales, sexuales y de clase de los medios —más de lo que la noción de influencia hace pensar. Referencias por los voguers en Paris Is Burning a, por ejemplo, la riqueza perversa de la gente blanca heterosexual en los comerciales de televisión, que publicitan todo —desde limpiador de baños a juguetes— contradice la suposición de que los voguers simple y mecánicamente asimilan la propaganda consumista de los medios, que los marginan. Esto es sin mencionar que las complicaciones de identidad que forman parte del voguing pueden problematizar considerablemente la comprensión del compromiso de los voguer con los medios, y mostrarlo como una vil forma de alineación de sus “verdaderos” seres. No obstante, estas referencias críticas y retos son considerables por sí mismos como desafíos, por ejemplo, así como Paris Is Burning subrepticiamente introduce  mecanismos narrativos típics de la tragedia, estudios de caso psicológicos y biografía, dentro de su forma documental “convencional” (según la definición del dir. Jennie Livingston). Es, mediante esos mecanismos, que la película nos familiariza con Octavia Saint-Laurent y Venus Extravaganza. Paris Is Burning enmarca meticulosamente a estos personajes en la aparente privacidad de sus hogares, donde hablan con confianza de su estima perdurable por las imágenes mediáticas. También se les acompaña y se reporta sus “destinos” públicos, distintos, aún fuera de los balls.

Este contraste semántico construido entre lo personal y lo social en estas escenas, en cambio, produce ideológicamente los momentos “íntimos” como instancias de un acceso no mediado a las “realidades internas” de los personajes. Así, las historias contadas por Octavia y Venus están tan llenas de estos momentos privilegiados de “verdad” que, mediante ellas, la película fabrica, en efecto, una etiología espuria de las condiciones de los personajes. Octavia y Venus parecen irresistiblemente obligadas por las poderosas imágenes mediáticas que las rodean. Aquí, la dicotomía general del activo/pasivo, implícita en la noción de influencia, está superpuesta en la lógica de causa y efecto que engloba la narración.

Aún así, la apariencia misma de los voguers en Paris Is Burning (y en Donahue, el video Deep In Vogue de Malcolm McLaren, sin mencionar las categorías orientadas a los medios en las que éstos actúan en los balls, etc.) sugiere un escenario antagónico: los voguers explícitamente buscan a los medios e intentan conquistarlos, usándolos como ellos los usan. Si los medios los interpela como consumidores, los voguers antagonizan esta identificación mediante actos que desafían los límites y las restricciones de esa identidad. No son necesariamente sus identidades como consumidores, por ejemplo, (ni las de representantes de las “verdaderas vidas” de otros, en ese caso), sino las de estrellas (y la movilidad entre dichas construcciones discursivas) que son tanto permitidas cuanto prevenidas en las relaciones de los voguers con los medios en esta forma de organización. Esta articulación demanda el cambio radical y estructural tanto de los los medios cuanto de las subjetividades interpeladas y marginadas de los voguers. El compromiso del voguing en las políticas de representación, en este sentido, exceden los términos tan ásperos de una dialéctica reduccionista, donde los polos opuestos (y la cantidad de su influencia) estarían claramente fijados e identificados. La confrontación de los voguers con los medios están marcados, a la inversa, por los límites cambiantes de su propia agencia, en un proceso sobredeterminado por las circunstancias históricas. Menos informado por el fatalismo de la cooptación, que por el discurso sobre la influencia insinúa, la crítica y bienvenida simultánea de los voguers a los medios se juega en una lucha por la apropiación.

La influencia resaltada en Paris Is Burning, entonces (pese a los retratos piadosos), puede leerse como sintomática de, como escribe Kobena Mecer en otro contexto, “una ansiedad latente que categoriza y precisa una práctica que molesta y rompe con expectativas fijadas y suposiciones normativas”; en otras palabras, como una parte integral de la ambición misma de la película es “explicar” normativamente el voguing. Para lograr su misión explicativa, Paris Is Burning establece una relación pedagógica con su audiencia, una relación indexada en la película por un sistema irrevocable de preguntas y respuestas que intentan traducir el vocabulario rico y creativo de los voguers. La palabra “reading”, por tomar un ejemplo, se ilumina con letras blancas sobre una pantalla negra mientras los voguers son llamados a dar una definición precisa. Aquí, los principios ideológicos que sustentan la operación pedagógica de la película (crudamente inscrita en las imágenes gráficas en un claro blanco y negro) pueden verse no sólo para presuponer una audiencia desinformada sobre el voguing, sino también para circunscribir la diseminación crítica de la significación de los términos. Efectivamente, en el idioma gay (negro e hispánico), la “lectura” como un cambiador de significado que sirve para una variedad de críticas a una aparente representación perfecta —o fija. Su contigüidad homográfica a la lectura normativa implícitamente reta la seguridad conceptual que usualmente acompaña dicha práctica. Por ello, los movimientos maestros hacia la monosemia que caracterizan la búsqueda de significados definitivos en Paris Is Burning pueden no ser tan distantes al recordar el proceso filológico clásico de reducir signos a señas. Según Volosinov, este procedimiento permite la comodificación total de grupos discursivos completos, pues desaprueba de forma concomitante la viva conceptualización del compromiso crítico, multiacentuado y dialógico, de sus signos. Al (re)codificar un sistema de mismas diferencias como una parrilla interpretativa, Paris Is Burning, en efecto, delimita el terreno ideológico por el cual el voguing puede operar. Como una prima etnográfica competente, la película establece una brecha estructural entre “el mundo (fijo) de los voguers) y “la audiencia (fija)”; una brecha que supuestamente ∫e conecta por una producción fílmica civilizadora, siempre en búsqueda de fenómenos exóticos y auténticos.

Es en este sentido que la “influencia” y su otra compañera, la “cooptación”, adquieren una función adicional: esa de distinguir entre voguing auténtico y uno corrupto por la comercialización. Esta lógica vuelve una afirmación de un voguer, que los balls no son más lo que eran, en una evidencia usada para reafirmarnos que Paris Is Burning ha “capturado” en sí el verdadero voguing en su cúspide —una estrategia de validación retroactivamente subrayada en el inicio de la película, cuando la voz al fondo del personaje anuncia que la película es sobre “el circuito del baile y la gente gay involucrada en él”. Aún así, la idea de autenticidad, como l hemos sugerido, se problematiza por el voguing mismo como una práctica sincrética. Podemos considerar, en ese sentido, el video de Vogue, por Madonna, menos una cooptación (o corrupción), que una rearticulación del voguing; una que no es necesariamente yuxtapuesta a la “autenticidad” del voguing como una práctica subcultural, sino que es provocada como práctica de conocimiento que produce una identidad móvil y no fija.

Aún así, la retórica de autenticidad en Paris Is Burning sirve para reemplazar cualquier esfuerzo sostenido hacia la autoreflexión autorial, e entrona la autoridad de la experiencia. En efecto, es precisamente sobre esta base de lo experimentado —una categoría epistemológica que disimula su propio atractivo para arbitrariamente  estructurar  formas  de  (re)conocimiento,  naturalizándolas  como presencias inmediatas— que Paris Is Burning es, como declaró Livingston misma, “dar tus definiciones … Es tomar formas a las que estás  acostumbrado  y  llevarlas  a  otro  lugar”.  Por  lo  tanto,  la  película  últimamente  interpreta  el conocimiento que los voguers practican, ese “extra”, relegándolo —y por ende conteniéndolo— hasta ciertas posicion(alidad)es sujetas, por ejemplo, a cierta raza, género, orientación sexual y clase, y “su experiencia”. No es de sorprender, entonces, que los voguers son representados como personificaciones grotescas de la contradicción   (y   no   antagonismo),   pues   “juguetonamente   invierten”   jerarquías   existentes   de poder/identidad.  A expensas de sus reconfiguraciones sincréticas de lo real, el voguing se mantiene fijo en un campo semiótico de relaciones diferenciales tan aquiescentes a las órdenes de un multiculturalismo. Se vuelve  un  instante  más  (o  momento)  en  una  cadena  de  racionalización, que operan en términos de oposiciones   claramente   identificables   y   estables   (digamos,   negro/blanco,   pobre/rico,   gay/hetero, mujer/hombre, etc.), y que significa, multiplica y jerarquiza la diferencia “explicándola” en términos de categorías  cerradas.  Una  comunidad  heterogénea  entera  (los  voguers no caminan solo como, digamos, “Virginia  Slims  Girls”,  sino  también como vecinos, soldados, ejecutivos, estudiantes, etc.), es en este sentido agrupada en una otredad unificada, homogénea, protegida bajo la rúbrica de “su experiencia” y fijada como una secuencia no problematizada de diferencias absolutas.

En Tongues Untied, a la inversa, en vez de desplegar el ser empírico para “explicar” el voguing, es este mismo el reclutado para redefinir la experiencia. La apariencia de Marlon Riggs en la narración (auto)biográfica  de  Tongues  Untied  pone  en  primer  plano,  de  forma  reflexiva,  lo  empírico  como  un constructo que, en vez de homogeneizar una identidad negra gay “autentica(da)” diversifica los discursos negros gay. Por ello, su afirmación que “[Lenguas sueltas] cruzan muchas fronteras de género” ilustra lo que, para él, es una parte importante del mensaje del video, “que la forma de romper con la esquizofrenia al tratar de definir la identidad es dándose cuenta que uno es muchas cosas dentro de la misma persona”. Así, la secuencia de voguing (junto con muchas otras en las “digresiones” constitutivas del video) trabajan para volver la identidad una heterogénea. Reintroduciendo lo colectivo en el discurso fílmico, el voguing aquí reta la univocidad que generalmente acompaña la comprensión común de lo empírico. No obstante, como una articulación sincrética, el voguing puede verse como la radicalización, incluso de la búsqueda de algo definido —aunque heterogéneo— en la identidad negra gay. Resaltando la inconclusividad del ser en el antagonismo, el voguing interrumpe la coherencia misma de lo empírico que informa el “yo” colectivo, construido en Tongues Untied.

Por  “interrupción” entendemos una práctica que críticamente separa y (re)abre las estructuras cerradas en las que las configuraciones discursivas existentes se osifican. Mientras sincretiza los elementos durante el acto, el voguing efectivamente pone en práctica la interrupción en forma de pose. Según la visión psicoanalítica de Craig Owen, la pose es parte de unan relación agresiva de (deseo de) poder. Se inscribe en una compulsión fálica de detener el “baile de los signos” y (re)producir significados; también dramatiza, mediante su propia artificialidad, la insostenibilidad de este deseo por lo estático en el movimiento de la historia. Es en este sentido que la interrupción puede comprenderse como un punto de dislocación entre el sujeto y la estructura que, supuestamente, lo contiene. Así, la pose se vuelve una forma de resistencia del ojo  malvado  (El  fascinum  de  Lacan)  del  sujeto-estructura  que  podría  inmovilizarse  en  la  cadena  de significaciones.

En el video de Madonna, a esta pose resistente —encapsulada en la otredad etnográfica de Paris Is Burning y que emerge en el lirismo estroboscópico de Tongues Untied— se le da un nuevo carácter (des)politizado. Se vuelve un vehículo (central) de escape a la perversidad polimorfa de una pista de baile idealizada y universalmente disponible, donde, mientras pasan las letras, “no hace diferencia entre negro o blanco, si eres hombre o mujer”. Madonna, así, define el topos mismo del multiculturalismo como un lugar donde antagonismos van a borrarse, y las luchas se vuelven superfluas. Es en este espacio indiferente, escrito bajo lo que Ernesto Laclau llama violencia de lo universal, que el objetivo de las identidades diferenciadas expanden lo indefinido. Aquí descubrimos un vínculo crucial entre Paris Is Burning y Vogue, de Madonna, entre el realismo y el escapismo; ambos son sinecdóticos de las construcciones prevalecientes de lo multicultural. Vuelven fetiche un otro cosificado y/o lo subsume bajo un mito de igualdad. Ambos forman parte de una producción de novedad, un proceso que pretende mantenernos actualizados mientras continúa agregando novedades al sistema relacional que absorbemos de él; ambos contienen voguing debajo de un paraguas pluralista de hipnosis. Habiendo concebido conocimiento en términos cuantitativos, este multiculturalismo seguramente heterogéneo, pero hegemónico, no excluye nada.

Lo que se ignora en este proceso, no obstante, es el estatus del deseo que, en nuestra propia lectura interrumpida  (en vez de interpretativa) del voguing, contínuamente reevalúa las diferencias en términos cualitativos. En este sentido, los voguers pueden verse estableciendo un deseo mismo como una forma de conocimiento contrahegemónico. Entendida como una articulación sincrética, el voguing explora lo posible dentro   de   lo   existente.   Aceptando,   criticando   y   reestructurando,  por  ejemplo,  la  etnicidad,  la homosexualidad,  el  género,  la  clase,  etcétera,  interviene  en  estructuras discursivas soberanas —como empírico  y  auténtico—,  que  podrían  reducir  sus  elementos  a  momentos  inmanentes  de  un  sistema naturalizado de diferencias, y que el voguing “lee” como inadecuadas a sus reconfiguraciones de lo real. Interrumpiendo el cierre de identidades y de sus relaciones, los sincretismos del voguing pro-ponen nuevas posibilidades de lucha.

Eventos


Open House of Apocalipstick


Desde 2015 House of Apocalipstick realiza prácticas públicas para que la audiencia comprenda la estética del voguing y la ética del ballroom, el significado de una casa, los elementos del voguing y los criterios para juzgar un buen performance. Actualmente no tenemos prácticas públicas en la Ciudad de México pero las tenemos en Monterrey donde el capítulo de la Sultana del Norte se encuentra muy activo promoviendo la cultura.

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Clases en CDMX


Clases de Vogue Femme, Old Way y Runway en CDMX
Lunes 8:00 a 9:30pm y Miércoles 7:00 a 8:30pm

Costo: 60 pesos

“Casa Viva" Concepción Beistegui 1562 casi esq. Avenida Universidad
(a tres cuadras de metro Eugenia)

Cabaret Ball en Mérida


Cabaret Ball (Noche Vogue) en Tapanco Centro Cultural A.C, Mérida

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Bond Room

Estaremos presentes en Bond Room, calabozo pansexual, este 3 de Agosto en CDMX. ¡Aparta la fecha y participa!